“El arte no sólo es entretenimiento, es un campo de batalla simbólico donde se desafían estructuras de poder”, dice Fabián Cháirez. Varios días han transcurrido desde el intento de clausura y censura a “La Venida del Señor”, una exposición envuelta en polémica por sus referentes a la religión, al mundo sacro, pero también con un manejo pulcro de la técnica y un evidente dominio del pincel.
La exposición en la Academia de San Carlos se enfrentó a protestas de grupos conservadores y a una suspensión por orden judicial, que un juez terminó por declinar.
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El artista de 37 años, Fabián Cháirez, originario de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, ya antes se había enfrentado de manera tajante a la censura, a la resistencia de su obra, con un también polémico episodio en el Palacio de Bellas Artes en 2020, conocido como el ‘Zapata gay’, que tenía al caudillo revolucionario, desnudo y en tacones.
Pero esta no es la primera vez que una manifestación artística es censurada por grupos católico-cristianos. El 31 de marzo de 2001, la artista chicana Alma López fue censurada en el Museum of International Folk Art en Santa Fe, Nuevo México, tras mostrar una fotografía intervenida (Our Lady, 1999), en la que se muestra a una Virgen de Guadalupe desafiante y semidesnuda. Tuvo protestas dentro y fuera del museo por más de tres semanas e incluso el caso fue llevado al juzgado estadounidense.
En décadas anteriores, las dos chicanas de California, Yolanda López y Ester Hernández, causaron también controversias por sus representaciones de la Virgen en sus respectivas obras Portrait of the Artist as the Virgin of Guadalupe y La Virgen de Guadalupe defendiendo los derechos de los xicanos, que resultó en protestas difundidas a través de la radio, la televisión y medios impresos.
En México, en 1988, último año del sexenio de Miguel de la Madrid, dos eventos desataron inconformidad en grupos religiosos. El primero, en el mundo del teatro, ocurrió en el Foro Shakespeare, con la puesta Concilio de amor de Jesusa Rodríguez, una parodia a la Sagrada Familia a manera de pastorela mezclada con cabaret, y que, en palabras de la crítica de teatro y dramaturga, Olga Harmony, fue “una obra que se ve envuelta en su escándalo porque los de Provida la atacan, Jesusa ponía a la virgen como una descocada, como haciéndose el manicure […]. Fue escandaloso por los de Provida, que estaban armando mucho ruido, pero le hicieron buena publicidad”.
Y el segundo en ese 1988, el pintor Rolando de la Rosa víctima de la censura durante su exposición en el Museo de Arte Moderno (MAM), tras mostrar dos collages que disgustaron a un sector de la población católica: una Virgen de Guadalupe con el rostro de Marilyn Monroe y una Última Cena con un Jesucristo con el rostro de Pedro Infante. El alboroto fue tal que llevó no sólo al despido de Jorge Alberto Manrique Castañeda, director del museo, sino también de periodistas y hasta académicos.
El pasado 7 de marzo, Fabián Cháirez convocó a una protesta pacífica afuera de San Carlos, que forma parte de la UNAM. Activistas de la comunidad LGBT+ se sumaron para defender la libertad de expresión, pero la decisión del juez sexto de distrito de la Ciudad de México ha movido las cartas a su favor.
El artista comparte a DOMINGA sus reflexiones sobre la censura a “La Venida del Señor” y dice que esto sólo fortalece su determinación para seguir creando y desafiando a las estructuras del poder.
‘La venida del señor’ escandalizó a grupos cristiano-católicos
Inaugurada el 5 de febrero de 2025, la exposición estaba compuesta por nueve óleos que retratan el éxtasis, el erotismo y la sexualidad de las disidencias utilizando el imaginario de la religión católica y elementos sacros. La impudicia en esas lenguas clericales que lamen la cera de un cirio derretido (La Venida, 2018); un cardenal sumiso bebiendo de un cáliz de latón dorado (Agnus Dei, 2023): una monja depositando un rosario en la boca de un ángel femenino (Anunciación, 2023); un Papa de piel oscura recibiendo al Espíritu Santo por debajo de su sotana (Inmaculada Concepción, 2023).
En Éxtasis (2018) aparecen dos monjas sosteniendo la ovalada estatuilla de una virgen a la cual sostienen mientras la acarician en un contacto místico, surge la pregunta de si con Dios o con su erotismo, dejando la interpretación a discreción del espectador. Y en Estigmas (2023), cuyo marco asemeja un retablo de iglesia, demuestra en Cháirez la influencia del mexicanismo y la pintura sacra en su máxima expresión. El pintor ahondaba en la sensualidad, borrando los límites entre lo divino y lo terrenal.
Sólo a la inauguración asistieron más de mil 500 personas. Sin embargo, dos semanas después, las pinturas empezaron a hacer ruido entre un sector de la población.
Todo comenzó por los posteos en X de personajes públicos, como Ricardo Salinas Pliego, Eduardo Verástegui y Lilly Téllez, entre otras figuras relacionadas con la derecha o con la religión católica. “[Fue] lo mismo que me sucedió con La revolución: hubo un impacto mediático, declaraciones muy precisas en contra de mi obra, de ahí se expandió a grupos conservadores como Cristeros por México, Abogados Cristianos y muchos otros grupos de ultraderecha”, explica Cháirez.
Días después comenzaron las primeras acciones presenciales, como un señor que fue a rezar frente a las pinturas, que tuvo resonancia en redes porque los guardias de la Academia de San Carlos lo retiraron de la sala de exhibición. “Luego hubo más manifestaciones dentro de la galería, supe que fueron señores a rezar también”. A la par de que ocurrían inconformidades y rezos de “¡Viva Cristo Rey!” al interior de la galería, también hubo manifestantes que, a partir de la segunda semana, se instalaron afuera de la Academia de San Carlos con carteles, altares y estatuillas, sin dar tregua a los rezos.
“Acudieron estos personajes ante la COPRED y obviamente no pasó nada. Siguieron moviendo sus fichas para lograr cerrar la exposición”. El día 26 de febrero los inconformes tramitaron el amparo, el día 28 fue aceptado por un juez y el lunes 3 de marzo le fue notificado a la UNAM que contaban con 24 horas para cerrar la exposición bajo la consigna de “vulnerar la libertad religiosa”.
Posteriormente, “la UNAM me notifica a mí hasta el martes, pero sólo me da una carta con disculpas por la acción que había sucedido, explicando que tuvieron que recurrir al cierre por efectos legales. La UNAM nunca se pronunció. Y yo di marcha adelante convocando a la clausura oficial, y a favor de la libertad de expresión, para el día en que originalmente era la clausura: el 7 de marzo”.
Sobre los rumores de que la Universidad pagó grandes cantidades de dinero a Cháirez, aclara: “Es falso que la UNAM me haya pagado millones de pesos, como se ha rumorado y como quieren hacer creer algunos de los ofendidos por mi exposición. Es mentira que me hayan pagado, no hubo pago alguno, ellos amablemente me ofrecieron sólo el espacio y yo acepté con gusto.
“Todo el tiempo nuestro trato fue de respeto y cordialidad. Fuimos muy pocos los involucrados en mi exposición: la curaduría estuvo a cargo de Enoch Palacios, Marina Parra de la creación del material gráfico y visual, y tú [Évolet Aceves] del texto curatorial a la entrada de la exposición. También conté con la facilitación de algunas de las obras de los coleccionistas para la exhibición. La UNAM sólo me proporcionó el espacio y me ayudó con el montaje que dirigí”.
Los grupos de ultraderecha han aprendido cómo imponer sus discursos
Ninguna de las acciones de los grupos religiosos le dolieron, pero sí resintió las de la UNAM. Y en el texto que Cháirez leyó durante su clausura, llegó a agradecer al personal de seguridad de la Academia de San Carlos, quienes daban la cara todos los días frente a los avatares de la exposición. Incluso llegaron a comentarle con asombro que “en la historia, la Academia de San Carlos había recibido esta cantidad de visitantes”, refiriéndose al gran número de personas, muchos de los cuales ya no lograron entrar.
Sobre la clausura, Cháirez sostiene estar sorprendido de la organización de los asistentes: “la gente se organiza solita: en la inauguración todos se fueron formando para entrar a ver la expo; y ahora, en la clausura, igual, hubo momentos en que todo mundo guardaba silencio para escuchar lo que se decía en el micrófono. Creo que los mexicanos tenemos una gran muestra de conciencia social y de civismo”.
Durante la última semana de “La Venida del Señor”, luego del cierre, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México publicó un desplegado apoyando y defendiendo la libertad de expresión artística. A diferencia de los sucesos ocurridos con su óleo La Revolución –el Emiliano Zapata vestido de tacones–, el cual fue motivo de protestas a las afueras del Palacio de Bellas Artes en una exposición colectiva en 2020, así como de múltiples amenazas de grupos zapatistas y conservadores, en esta ocasión Fabián Cháirez reconoce que ha ganado madurez y claridad en la forma en la que asimila la protesta de los grupos católicos, reconoce que ahora comprende mejor los intereses ocultos y las dinámicas de poder que operan en estos grupos ultraconservadores:
“Creo que ha sido muy distinto todo a lo que pasó con La revolución, que me agarró en curva, fue la primera vez, estaba chavito, fue más avasallador. Pero creo que todo esto me enriquece para avanzar. Más que darme para abajo, me da bastante para arriba”, argumenta, enfatizando que cada obstáculo es una oportunidad para cuestionar a quienes siempre han estado en la comodidad del poder hegemónico en la sociedad y seguir construyendo comunidad, sobre todo en la comunidad LGBT+.
Reconoce que en estos grupos conservadores y de ultraderecha hay un nivel de estrategia que han aprendido a explotar para imponer sus discursos. “Divide y vencerás, dicen por ahí, y es muy cierto, una de las estrategias que usan estos grupos es la desinformación, la información cooptada, utilizar la información falsa para que ésta actúe a su favor”, dice ante la dificultad de combatir la desinformación en la era digital.
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Fabián Cháirez subraya la importancia de la expresión artística en la lucha contra las injusticias, que “el arte es una herramienta muy poderosa para opinar y contrarrestar estos vicios dentro de las instituciones y la sociedad. Yo entiendo que a la gente puede no gustarle mi trabajo, y está bien, pero lo que no debe permitirse es la censura, hablo de la lucha por la libertad de expresión, porque hoy la censura es hacia mí, pero si hoy permiten que hagan esto con mi obra, están dando licencia para que, llegado el momento, también la censura sea dirigida hacia ellos. Creemos que la libertad está ganada, pero nos damos cuenta de que no es así, la libertad siempre está en juego”.
“Las artistas tenemos el poder de construir símbolos y luchar con ellos”: Fabián Cháirez
A pesar de estos ataques, Cháirez destaca la solidaridad y el apoyo que ha recibido, tanto de la comunidad artística como de asistentes a la clausura simbólica de su exposición, a la cual acudieron alrededor de 500 personas, muchas de ellas con pancartas y playeras, apoyando al pintor y protestando por la censura, que finalmente desembocó en el rechazo de la demanda por parte de Abogados Cristianos, gracias a la resolución de un juez.
Más allá de este episodio, Fabián Cháirez sigue enfocado en su trabajo y en nuevos proyectos, entre ellos, se viene más obra relacionada con la Revolución:
“Te voy a decir que tengo temas pendientes, alusivos a personajes revolucionarios, me interesa cernir algunos aspectos que me parecen negativos en las luchas sociales, sobre todo el machismo y el racismo. Hay incongruencias dentro de movimientos que gustan y me pregunto, ¿buscan la equidad o buscan la igualdad de derechos? Nos cuesta entender, que las luchas no sólo son para un grupo, las luchas son para todas las personas.
“A veces hace falta congruencia. Lo que me recuerda mucho a Pedro Lemebel con su Manifiesto (Hablo por mi diferencia): ustedes abogan por el pueblo y nos dejan a nosotras, las locas, a un lado. Y tiene razón, aquí estamos las locas, las lenchas, las personas originarias. Todas las personas. Si tu lucha no envuelve a todas las personas, habría que replantear esa lucha”. Adelanta que continuará explorando temáticas de lucha social y memoria histórica. “El arte no sólo es entretenimiento, es un campo de batalla simbólico donde se desafían estructuras de poder”, concluye.
La entrevista cierra con una reflexión sobre la fragmentación de los movimientos progresistas en contraste con la unidad estratégica de los conservadores. “Nos llevan ventaja porque tienen un horizonte claro y sólido. Nosotras, en cambio, estamos divididas, y ahí es donde nos derrotan”. Sin embargo, “quienes quieren controlarnos saben el peligro, lo peligroso y lo poderoso que puede ser el arte en el debate público y en la lucha por la democracia. Las artistas tenemos el poder de construir símbolos y luchar con ellos, y creo que eso es bastante poderoso”.
GSC/ASG