Hay invitaciones que pueden cambiar un destino, como le sucedió al veracruzano Víctor Ruiz Pazos. Hace 65 años, Carmela Martínez le dijo: “Vámonos de aquí, a donde nadie nos conozca…”. ¿El motivo? La gente —provinciana de los años cincuenta— empezaba a murmurar que Carmela, la hermana de un beisbolista muy popular, El Taco Martínez, salía con un músico.
“¿Pero a dónde nos vamos a ir?”, preguntaba el joven contrabajista. “Pues a México”, respondió Carmela. “¿Y de qué vamos a vivir?”, se alarmaba Vitillo, como le dicen de cariño. Su mujer le abrió los ojos: “Pues de lo mismo que aquí”. Se refería a la música, pues a los 20 años Vitillo ya tenía experiencia tocando música mexicana, tropical y otros géneros en su natal Veracruz.
En una sabrosa charla en el restaurante del Sindicato Único de Trabajadores de la Música, condimentada con un plato de mole y una rebanada de pastel de limón, más un café y dos cigarrillos (a los 85 años está tratando de dejar de fumar), Ruiz Pazos cuenta: “Nos vinimos en el tren con un contrabajo de tres cuerdas que me regaló mi abuelo, y 50 pesos”.
Figura fundamental del jazz mexicano y otros géneros, Víctor Ruiz Pazos será homenajeado el 31 de julio en el Teatro Degollado de Guadalajara por el Jalisco Jazz Festival 2015, organizado por Fundación Tónica. Vitillo ha pasado de la música tradicional mexicana al danzón, de la canción romántica al jazz, de la música de las big bands a la música sinfónica —un periodo muy breve— y lo que a uno se le ocurra, lo mismo en radio y televisión que en bailes y conciertos. Todo cabe en su bajo porque sabe cómo acomodarlo.
Su primer trabajo significativo en México fue en la orquesta de Larry Sonn, trompetista estadunidense que vino a México y le gusto tanto que se quedó a vivir aquí (falleció en Cuernavaca hace unos meses). Gracias a él adquirió su primer instrumento en forma, ya que el contrabajo de tres cuerdas de su abuelo no cumplía con las expectativas del líder.
Ruiz Pazos le está agradecido a la música. La toca con pasión, sin distinciones. Aunque solo cuenta con un disco como líder, Víctor Ruiz Pazos Vitillo, ha colaborado con buena parte de los pioneros del jazz y de varias generaciones, por no mencionar a cantantes de la época dorada de la canción romántica, como Pedro Vargas, Agustín Lara y Toña La Negra, con quien estuvo casado. Asegura, sin menospreciarlo, que “el jazz no es más que un género musical, así como el tropical, el pasodoble, el danzón… Todos son géneros”.
Entre las generaciones de jazzistas con los que ha tocado destaca a Chilo Morán, con quien lo unió una larga amistad. “Chilo era un gran trompetista que escribía muy bien para quinteto y un buen arreglista”. Otros que ganaron su afecto fueron el saxofonista Héctor Hallal El Árabe, el pianista Pablito Jaimes, Manuel El Loco Valdés —a quien acompañaba con su grupo—, el baterista Salvador Agüero, el guitarrista Miguel Peña —con quien ha tocado mucho a dueto—, Enrique Nery y muchos más.
En una foto que circula por ahí se le ve tocando con Louis Armstrong, cuando el trompetista vino a México, pero Vitillo no lo recuerda: “¿Yo toqué con él? Puede ser, pero tengo por ahí una foto con Henry Mancini, ese señor que hizo el tema de La pantera rosa”, dice tarareando el tema de la película.
Lo que tiene muy presente es cuando Wynton Marsalis vino por primera vez a Bellas Artes e hizo amistad con Chilo. “Estábamos en un ensayo e invitó a los músicos a tocar, mientras él se sentaba el piano. Todos tocaron escalas enloquecidas, y cuando terminaron les dijo: ‘Si tienen que interpretar jazz, deben aprender a tocar blues. De quienes estuvieron tocando aquí, el único que puede tocar jazz porque sabe blues, es Chilo Morán’”.
Al preguntarle de qué se siente más orgulloso como jazzista, el contrabajista se queda muy serio: “¿Orgulloso yo? El jazz es música y si tú eres músico, cualquier música te satisface. No sé por qué me van a hacer un homenaje en Guadalajara, pues nací en Veracruz. ¿Tendré que ponerme un traje de charro o volverme jalisquillo?”, dice, ya en son de broma.
Por supuesto que Ruiz Pazos agradece el homenaje del Jalisco Jazz Festival y anuncia que tocará algunas de sus composiciones con Leo Corona en el piano, Alejandro Campos en el saxofón y Salvador Agüero en la batería. Antes de despedirse dice que “la música es una forma de expresión que todo mundo entiende, es una forma universal de entendimiento”.