“Los vikingos interesan a los jóvenes por su espíritu de aventura y libertad”: Adrián Curiel

El escritor lanza una reedición de su libro Vikingos. Los verdaderos descubridores de América en el que, dice, muestra los valores de justicia y libertad de ese pueblo.

Autor de 'Día franco', 'Mercurio' y 'Amores veganos'. (Fotos: Jesús Quintanar)
Myrrha Yglesias
Ciudad de México /

El trabajo académico le permite tener tiempo para comenzar a escribir desde las siete de la mañana en “la ciudad blanca”, como se le conoce a la bella Mérida. Aunque muchas personas imparten talleres o clases de literatura que brindan información sobre los intereses de los escritores o académicos, yo aproveché la oportunidad de poder platicar con Adrián Curiel Rivera (México, 1969), un hombre inteligente, ameno y muy simpático. Él estuvo en Ciudad de México para compartirnos la reedición de su libro Vikingos los verdaderos descubridores de América.

—¿Por qué le pusiste ese título al libro?

La fascinación por los vikingos viene de tiempo atrás, cuando estaba escribiendo mi primera novela que se llama Bogavante (2008). Cuando estudié en España empecé a leer mucho sobre estas tribus salvajes y guerreras que en realidad se parecían mucho a otras de su época. Descubrí que tenían una idea muy moderna en la forma de organizarse socialmente, su idea de la democracia resulta sorprendente incluso en nuestros tiempos, tenían asambleas deliberativas donde se ponderaban los casos y llegaban a resoluciones colectivas como sucede en las comunidades ejidales.

Es un título connotativo porque hace referencia al primer remero de una galera y al crustáceo que vemos en una vitrina que es poderosísimo, pero cuando está inutilizado porque le atan las pinzas, pierde todo ese símbolo de poderío, y eso era un poco lo que le pasaba a Homero Gómez, el personaje de esta novela que pretendía ser un vikingo contemporáneo, pero la cotidianeidad lo derrota constantemente, todos sus proyectos se ven frustrados. Su refugio es precisamente imaginarse que él forma parte de estos escandinavos. Esta historia acabó generando dos textos completos que se yuxtaponían en atmosferas completamente diferentes, una ambientada en el medioevo y otra en la contemporaneidad de finales del siglo XX. La solución técnica que yo encontré fue añadirle un apéndice con algunos de los episodios, porque en la novela Homero descubre esta tercera saga en donde los vikingos conservan su carácter pagano a lo largo de todas las páginas, a diferencia de las sagas que conocemos y que fueron recopiladas por los monjes catequizadores donde el lenguaje “seco” está a medio camino entre una fábula, pero también en lo que ahora llamamos reportaje periodístico.

—Me imagino que investigaste sobre Erik el Rojo

Descubrí sobre él y los groenlandeses, específicamente sobre el desembarco de un grupo de noruegos capitaneados por Erik el Rojo que se habían afincado en Islandia; después migran contra su voluntad por un problema que él tuvo con unos vecinos; hubo una riña y mató accidentalmente al hijo de unos vecinos que anteriormente habían asesinado a uno de sus parientes. Se reunieron en una asamblea y decidieron desterrar a Erik. Él inventó algo que se me hace muy interesante como ejercicio de ficción, que había llegado a una tierra verdaderamente verde, de ahí el nombre de Greenland. Ahora sabemos que son planicies de hielo y de nieve, que de verde no tienen nada. Estos sucesos que son históricos están arqueológicamente comprobados, son fascinantes en el sentido de la historia oficial porque sabemos que Cristóbal Colón llegó a América y después los conquistadores, pero esto parece ser un mero accidente, como si no tuviera ninguna otra importancia, siendo que implicó una hazaña en términos de la tecnología marítima de esa época.

Los hijos de Erik emprenden una expedición desde Groenlandia hasta el norte de nuestro continente y fundan un asentamiento que se llamó Vinlandia y que ha adquirido también dimensiones mitológicas, porque en teoría ahí había tantas uvas que el vino se generaba espontáneamente, bastaba estirar un brazo sobre los ríos para pescar los salmones. Ese asentamiento ha sido constatado por los arqueólogos, se sitúa en la isla de Terranova, en el norte de Canadá.

La construcción lingüística de Erik y los groenlandeses es muy parca, casi como si fuera una nota de periódico, así lo entenderíamos los lectores modernos. La nueva saga que encuentra Homero Gómez no sigue esos principios estructurales, sino que se adentra hacia un recurso mucho más lirico y épico, donde uno puede ver las vulnerabilidades de estos extraordinarios guerreros y navegantes, como sus aspectos humanos, sus debilidades, sus tristezas, sus dudas, incluso eso también ocurre en el plano de los dioses. Las sagas que conocemos se fueron transmitiendo por la tradición oral hasta que los monjes irlandeses del siglo XII las escriben y les imprimen un mensaje catequizador. En ésta Erik el Rojo se vuelve un buen cristiano porque si no su mujer lo amenaza con expulsarlo del lecho.

En Vikingos los verdaderos descubridores de América hay dos episodios que tienen que ver con el ocaso inminente de los dioses escandinavos paganos. Loki, el dios de la mitología nórdica, en la literatura, los cómics y el cine aparece como alguien verdaderamente malévolo y perverso; recupera un poco su dimensión como uno de los dioses más interesantes porque se atormenta en términos filosóficos, se cuestiona acerca de la existencia de esa jerarquía, porqué Odín es tan irresponsable y Thor tan caprichoso, por ejemplo.

En mi texto se recrea el episodio del robo del martillo de Thor urdido por Odín, y en una especie como de perversidad, después propone la solución, que Odín cometa adulterio y que el gigante, a quien le entregó el martillo, se case con Frigga, la mamá de Thor. Hay una tercera perversión, Loki también sugiere que sea el propio Thor quien se disfrace de su madre y vaya a las nupcias; el gigante está tan emocionado que no se da cuenta de la suplantación, es un episodio magnifico y surrealista que en este texto está reproducido en un juego de planos donde los dioses aparecen con dudas muy humanas y en donde los humanos se preguntan muchas cosas relacionadas con el sentido de la trascendencia de la vida. Incluso siendo pueblos tan guerreros, belicosos, salvajes y primitivos en muchos sentidos, tenían deslumbrantes políticas públicas, como se les conoce ahora, algunas hasta podríamos catalogarlas de feministas. Las mujeres, por ejemplo, podían repudiar unilateralmente a su marido si no estaban de acuerdo con su relación o con el trato que recibían.

Mi libro Bogavante aparece con la saga que encuentra Homero Gómez, el personaje, y que en el plano de la realidad escribo yo. La saga queda completa en un juego intertextual. En 2011 se me ocurre que podría editarse como un texto independiente y se lo propuse a Gabriel Bernal, editor de libros Magenta; a él le gustó y apareció publicado en 2012. Ocho o nueve años después, la Universidad Autónoma de Yucatán me invita a dar una charla sobre estos temas ante estudiantes de distintas licenciaturas y me sorprendió el gran interés que generó en los chicos, así como su enorme curiosidad por poder leer este texto.

—¿Vikingos los verdaderos descubridores de América propiciará que reflexionemos?

A Porfirio Romo, editor de Lectorum, le propuse reeditarlo y decidió publicar esta nueva edición con el afán de acercar estos temas a los jóvenes lectores. Es un libro que creo le puede interesar a personas de distintas generaciones, pero sobre todo a los jóvenes por su espíritu de aventura, por la visión que tienen los vikingos acerca del mar, del horizonte, de valores como la justicia y la libertad en una época en donde por supuesto imperaba el “ojo por ojo”, la Ley del talión, “el diente por diente”; donde había también ordalías (juicios) de Dios; por ejemplo, “encerraban” a un hombre con un gato en un saco y lo tiraban al mar, y si el individuo salía es porque era inocente, y si no es porque era culpable… Dios así lo había decidido. A pesar de eso eran pueblos con un desarrollado sentido de la justicia, con valores que valdría mucho la pena rescatar como la honestidad, la honorabilidad, la franqueza, la verdad, todas estas cosas que se han vuelto muy relativas en nuestra época, parece que son meras construcciones discursivas y no cualidades que por sí solas tienen esencia o fondo. De ahí viene mi fascinación por los vikingos y la segunda aparición del libro este año, diez años después de su primera edición.

—¿El texto es el mismo?

Básicamente es el mismo, probablemente con alguna errata involuntaria de más o de menos, salvo el añadido “los verdaderos descubridores de América” porque también tiene una intención provocativa, sobre todo en esta época donde vemos que hay una tendencia a un revisionismo histórico retroactivo y desde los valores de nuestro presente en un afán como de ajusticiamiento y de reacomodo sobre quiénes son los buenos y los villanos en el pasado; desde los prejuicios, a partir de nuestros criterios y nuestra forma de entender el mundo en el presente. Porque parece que es un episodio absolutamente secundario y accidental el desembarco de los nórdicos en América. Creo que podemos imaginar en este juego literario de la ucronía qué hubiera pasado si los vikingos no solo hubieran sido colonizadores porque fundaron una colonia, también entraron en contacto con los pueblos originarios, los algonquinos; qué hubiera sucedido si se hubieran quedado en nuestro continente y también hubieran sido conquistadores como lo fueron después los españoles, los ingleses o los portugueses; es la historia que conocemos y que es la oficial porque en las escuelas no se habla de este episodio, es como si no hubiera ocurrido. El libro tiene personajes que son reales e históricos como Erik el Rojo y también hay otros que son inventados, como Halfdan Encía Purpúrea, un vikingo que en una correría se golpea con el pomo de su espada, pierde la dentadura y le queda la boca púrpura. Boris es un personaje que cierra el relato, es un hombre escandinavo que recibe una penitencia por una falta que cometió un ancestro de varias generaciones atrás. Se puede leer como una novela, aunque cada capítulo de alguna manera es un texto independiente que se va enlazando en una temporalidad muy amplia, no es una novela histórica, es una recreación literaria libre de episodios históricos donde lo que se retrata fundamentalmente es el apogeo y el inicio del declive de una civilización.

Adrián Curiel Rivera es doctor en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Madrid, doctor en Historia del Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en Derecho por la UNAM. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y director del CEPHCIS (Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en Mérida, Yucatán.
Ha colaborado con relatos, reseñas y artículos de crítica literaria en suplementos culturales y revistas como Biblioteca de México, Crónica Cultural, La Cultura en México, La Jornada Semanal, Nexos, Paréntesis, Posdata, Sábado, Tierra Adentro; en las publicaciones españolas El magazine literario, Lateral, Leer, Quimera y en Revista de Libros. Su primer libro de relatos Unos niños inundaron la casa se publicó en 1999, posteriormente se publicaron Día franco, Quién recuerda a doña Olvido, Madrid al través, Mercurio, Amores veganos, etc. También es autor de las novelas Paraíso en casa, Blanco Trópico, A bocajarro, El Señor Amarillo. Avistamientos críticos. También escribió tres volúmenes de crítica literaria: Los piratas del Caribe en la novelística hispanoamericana del siglo XIX, Novela española y boom hispanoamericano, y Avistamientos críticos. Ha sido incluido en las antologías: La X en la frente, Día de muertos, 20 años de narrativa FONCA, Antología del cuento latinoamericano del siglo XXI, Cuentos perversos, entre otras más.

PCL

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