Son apenas 34 estudiantes distribuidos en los tres grados de la Telesecundaria Luis Donaldo Colosio; ninguno de ellos había estado cerca de un escritor, aunque sí de los libros, porque tres jóvenes profesores han impulsado un taller de lectura que desarrollan los miércoles. Por eso la visita de Juan Villoro fue un acontecimiento.
La comunidad de San Juan Corapan, en el municipio de Rosamorada, se ubica a unas dos horas de Tepic por tierra, en la sierra de la Cora baja. Llegar allí no es nada sencillo; lo mejor es quedarse en San Pedro Ixcatán y caminar unos 20 minutos, cruzar el río San Pedro por una vereda improvisada con tablas y bultos de arena, aunque cuando viene la crecida se hace necesaria la ayuda de una lancha o dar una vuelta de casi hora y media para llegar por tierra.
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El escritor hizo el recorrido para inaugurar de manera informal el Festival Letras en Tepic, uno de cuyos programas es El Festival va a tu escuela, gracias al cual cinco escritores visitaron centros escolares de la capital nayarita, entre ellos Silvia Molina, Xavier Velasco y Bernardo Fernández Bef.
A Villoro le correspondió la responsabilidad de encontrarse con estudiantes coras, quienes ya habían leído El té de tornillo del profesor Zíper, lo que se reflejó en sus preguntas: ¿por qué el sándwich silvestre?, o ¿por qué té de tornillo o el Papaya Inn o un puerco como mascota? Todo alrededor de la novela, sin hacer a un lado otras preocupaciones sobre la escritura o su sentido.
En esa pequeña comunidad de casas sin terminar, a las que se les quiere poner drenaje pero aún sin dotarlas de agua potable, el escritor recordó la historia de un nayarita ilustre, Amado Nervo, quien nació en un lugar que parecía muy alejado de todo, pero logró conquistar el mundo.
“Les cuento la historia, porque a veces parece que lo que está muy alejado de nosotros no tiene que ver con el resto del mundo; sin embargo, de un lugar pequeño se puede viajar a todas partes. Pienso que la literatura es una oportunidad de viajar: sin dejar este lugar, si leen un libro pueden ir a lugares distintos, entrar en contacto con personajes que son fabulosos, que son diferentes. La literatura es una oportunidad de viajar a todas partes y de ejercer su imaginación”.
Los jóvenes estuvieron atentos a la invitación de Villoro para que cuenten sus historias, porque son los habitantes de cada comunidad los que tienen relatos reales o fantásticos que pueden compartir con quienes no han tenido la oportunidad de visitarlos, de caminar por entre las piedras de río o de una extraña arena que se acumula a la espera de la crecida en el río.
“La literatura nos da una vida imaginaria que nos permite ilusionarnos, tener una fantasía y eso nos puede acompañar toda la vida. Quien se aficiona a leer siempre va a tener dos mundos: el que nos rodea y otro imaginario, poblado de todas las cosas maravillosas que vienen en los libros”.
Libros y tamales
La idea de invitar a un escritor a esa comunidad indígena vino del profesor Miguel de Jesús Rodríguez, quien se comunicó con la directora del Festival Letras en Tepic para ver la posibilidad de que un escritor acudiera a la telesecundaria. Pocas esperanzas tenía, hasta que recibió la respuesta de su directora, Lorena Elizabeth Hernández.
“Una interacción entre el autor de un libro y los estudiantes puede fomentar la lectura, el gusto por las historias, incluso por la escritura. Esa aproximación es la que me interesaba, y que viniera Villoro resultó importante, por lo que dedicamos el taller de lectura a leer sus libros”, destacó el profesor de la escuela, que atiende a tres comunidades de esa región nayarita.
La visita del escritor era tan anhelada que los padres ofrecieron tamales típicos de la región y atole de maíz para agradecer no solo la lectura, sino la aceptación del escritor para coordinar a los estudiantes por si deciden escribir sus historias, como la del proyecto de construcción de una presa que afectaría a pueblos de las orillas del río San Pedro.
Así dieron inicio las actividades del Festival Letras en Tepic, cuya apertura oficial se dio con una gala de lectura y con una mesa redonda en la que participaron Adolfo Castañón, Jorge Sousa y Silvia Molina, moderada por Ariel González Jiménez.