México necesita un cambio profundo de reglas de juego en la economía y una verdadera política redistributiva que rompa el círculo de pobreza y desigualdad, indicó Viri Ríos, profesora de Harvard, colaboradora en el periódico Milenio.
La docente ofreció una conferencia a socios del Colegio de Economistas de Nuevo León, donde expuso las principales ideas que forman parte de su libro “No es normal”, el cual está compuesto por 25 ensayos, cada uno hablando de cada regla que hay que cambiar.
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Afirmó que no es un libro de quejas, es más bien uno de exposición del problema, donde se bosquejan posibles soluciones.
Consideró que México vive “un monopolio disfrazado de capitalismo”, porque no es normal que este país tenga una gran concentración de riqueza.
“No es normal surge de una observación que ha hecho la academia mundial y nacional desde hace años, y es que no es normal que México no sea un país más rico, un país que es la quinceava economía más grande del mundo, el octavo mercado más grande en el mundo y el segundo socio comercial de Estados Unidos”.
Los números indican que México tiene al 53 por ciento de la población viviendo en pobreza.
Y argumenta que el problema es que las reglas del juego están mal hechas, a favor de las empresas más grandes y en detrimento de las pequeñas, además, en favor de las personas con más dinero y en detrimento de la clase media y el resto, y en favor de las personas que heredaron el poder.
Por ello, dijo, se requiere de un cambio profundo de reglas de juego, dado que no es necesario esperar al devenir histórico o al desarrollo y convergencia de la economía mexicana para ser el país que debemos ser.
“Es mucho más fácil porque es un cambio concreto de reglas. Somos parte del problema”, afirmó.
Planteó cómo generar más competencia, cómo mejorar el mercado laboral y el cómo recaudar más impuestos.
Para ello, mostró a los asistentes gráficas de cómo en México los ricos concentran más riqueza, al ocupar la tercera posición de 283 países analizados.
A lo que calificó como campeón en la generación de pocos ganadores y de concentración de utilidades.
Y para muestra, mencionó que en México el 1 por ciento de las empresas concentran el 73 por ciento de las utilidades generadas en este país.
“Cuando vemos una economía así, comportándose de esta manera, inferimos que hay un problema de monopolización. Probablemente las reglas del juego están provocando la concentración de las ganancias en un puñado de personas en detrimento del resto. Será que la economía mexicana es en realidad un juego de monopolios disfrazado de capitalismo”, subrayó.
También mencionó que hoy en día la canasta básica en promedio es 15.7 por ciento más cara de lo que debería ser derivado de la presencia de monopolios.
Otros aspectos que señaló fue lo caro que es el financiamiento en el país y donde se ha vuelto “normal” que las grandes empresas se financien mediante sus proveedores y jineteen su dinero.
Propone en su libro la necesidad de crear una especie de “Coneval” de empresas, dado que los comerciantes se han convertido en la nueva cara de la pobreza en México.
En cuanto a los trabajadores mexicanos, comentó que éstos laboran más horas a la semana que cualquier trabajador de los países miembros de la OCDE, con excepción de Colombia.
“México tiene una población en edad de trabajar enorme, se calcula que hay 77 millones de personas en edad de laboral, lo cual nos posiciona como una economía en ese ámbito más grande que Francia, que Alemania e incluso que la Gran Bretaña, con esto, no somos el México que deberíamos ser”, insistió.
Ríos lleva más de 15 años estudiando a México y muchos de los resultados expuestos en el libro son parte de esos años de experiencia e investigación.
Consideró que la corrupción no es el principal problema para que no haya desarrollo económico.
“Ojalá nuestro problema fuera la corrupción, si fuera ésta sería relativamente fácil resolver el problema de desigualdad económica, pero nuestro problema no es ese, nuestro problema es más grave, nuestro problema es que aún si las reglas se implementaran de manera perfecta, seríamos un país tremendamente desigual”.