Son las 4 de la tarde. Las nubes lucen amenazadoramente negras. Miguel y Sara esperan en una fila que se extiende hasta la entrada de la avenida Cuauhtémoc. Quieren encontrar una función a las siete para poder regresar a sus casas con tiempo, tienen en mente ‘Los insólitos peces gato’. La fila avanza con lentitud. Pequeñas gotas de lluvia comienzan a caer, los truenos retumban de forma intermitente.
Sara y Miguel llegan a las ventanillas de la taquilla. La lluvia arrecia. Algunas personas se desforman y acuden a refugiarse. Gotas de agua caen por las ventanillas, mientras los taquilleros limpian con servilletas.
“Queremos dos para los peces gato a las siete”, dice Sara, quien estudia en la ENAP y no quiere ir a gastar su dinero al Cinépolis más cercano. “Ya no hay para esa función”, responde el de la taquilla. Sara mira a Miguel, quien tuvo que salirse antes de su trabajo como ingeniero en el Canal 23 para poder llegar a la función. “¿No tiene alguna otra, la función que sea, pero que no esté hasta las nueve?”, pregunta Sara desesperada, “Tengo ‘El amigo Alemán’ a las siete”.
La dulcería luce vacía. La única dependiente niega con la cabeza a las personas que se forman y preguntan por palomitas o refrescos. La lluvia cae con más fuerza. El patio parece una gran laguna. Miguel y Sara entran a una de las cafeterías del lugar. La tormenta se convierte en granizo. Decenas de personas entran al café. Se hace un aglomerado.
Dan las 6:30 de la tarde. Miguel y Sara esquivan a las personas resguardadas en la cafetería. Salen y reciben un salpicón desde arriba. Intendentes de la Cineteca barren el agua de arriba y la lanzan sin importarles las quejas de la gente. Sara le pide a Miguel que la espere para ir al baño y secarse con papel.
Sara baja las escaleras del baño y lo primero que se le viene a la mente es “Titanic”. De las coladeras y las tazas del baño brota el agua inundando todo el baño de mujeres. Varias chicas salen apresuradas y asustadas del lugar. Sara sale consternada de ahí.
“No pueden pasar. Se suspendieron las funciones. Están mojadas las salas. Por favor, acudan a taquillas para que puedan solicitar la devolución de su dinero”.
Ambos muchachos caminan contrariados hasta el hombre de las devoluciones. Presentan sus boletos. El hombre sonríe hosco y les devuelve los 25 pesos que pagaron por la función. Detrás de ellos llega otra pareja, “Venimos a que nos reembolse. Estábamos en la sala nueve”, “En esa sala no se canceló función”, “Pues nos acaban de mandar para acá, por eso le decimos”.
Sara y Miguel se alejan. La lluvia comienza a menguar. Pasan frente a la librería recién inaugurada, ‘María Félix’, donde los libros están tapados con plásticos mientras hileras de agua caen del techo.
“No manches, tanto esperar nada más para ir a tomarnos un café”, expresa enojada Sara mientras el metro avanza con lentitud. A su lado, Alejandra sonríe al escuchar el comentario.