L.M. Oliveira toma, como él dice, ladrillos de la realidad para construir el castillo de la novela Las marcas del agua (Dharma Books) que llevará al lector hasta el siglo XVI junto a los viajes de Hernán Cortés, Magallanes y Luis de Carvajal.
El escritor y académico de la UNAM charló con MILENIO sobre este nuevo libro, en el que juega con el thriller histórico mientras realiza un retrato del México violento de nuestros días a través de los ojos de un historiador, una periodista y Fión Calavera.
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—¿Se trata de tu novela más arriesgada y ambiciosa?
Sí, sin duda, sobre todo en la forma, con personajes en el presente y todo lo que pasa en el pasado; digamos que se vuelve bastante complicado como autor. En ese sentido, el escritor va desarrollando su técnica, oficio y ya te permites hacer cosas un poco más ambiciosas y complejas como Las marcas del agua.
—¿Por qué decides embarcarte en un viaje por el siglo XVI?
El siglo XVI siempre me ha interesado mucho, sobre todo los misioneros, los navegantes y los descubridores. Tenía ganas de escribir una novela sobre el asunto pero no quería una novela histórica tal cual. A mí me interesa mucho la realidad contemporánea y entonces más bien quería que el XVI sirviera como espejo de lo actual.
—El proceso no fue sencillo.
Primero quería entender cómo iba a contar el siglo XVI, porque no me resultaba fácil; no me gustan los personajes de novelas históricas que hablan como si estuviera en el siglo XXI o en el XX. Si lo vas hacer, tienen que hablar como en ese siglo y ese esfuerzo no lo quería hacer. Entonces la historia la cuenta un historiador del siglo XXI y los personajes no hablan, o muy poquito en algunos pasajes. El segundo proceso era ver cómo iba a ligar al XVI con el XXI, hasta que se me ocurrió la idea del historiador.
—¿El siglo XVI ha sido olvidado?
Creo que sería una exageración. Hay muchos libros sobre el asunto, creo que faltan muchos más porque la historia de ese siglo es tan rica y hay tantos personajes de los cuales se puede tratar de averiguar. Lo que tendrían que hacer los historiadores es un estudio para ver dónde se metían todos esos señores que llegaron a conquistar este país.
Las marcas del agua es un thriller histórico que se divide entre la historia olvidada de una cofradía que intentó, en pleno siglo XVI, establecer un lugar donde reinara la concordia. Después presenta a la periodista Juana Vicente en una investigación que pondrá en riesgo su vida y la de Fión Calavera, un personaje atrapado en un México podrido mientras intenta salir adelante en la vida.
—¿La novela intenta ser un espejo entre el pasado y el presente?
El espejo está en muchos niveles. Hay cosas de la historia que pasan en el XVI y se repiten en el XXI. Por ejemplo, hablo de un viaje que hace Luis de Cáncer con Bartolomé de las Casas a la Isla de las Perlas, cerca de Venezuela, donde los españoles tiraban a sus esclavos al agua para sacar perlas del fondo del mar en condiciones muy adversas para la vida humana. Mientras que en el siglo XXI, pongo a unos prisioneros del narcotráfico que los tiran de lanchas para sacar cocaína del fondo del mar. O con los colgados: Cortés cuelga a Cuauhtémoc en la selva y el narco lo hace ahora en puentes. En la novela me enfoqué en decir: “Caray, pasaron cinco siglos y la violencia sigue siendo la misma”.
—Hablas del reino de la discordia más que de la concordia.
Es ese juego, la cofradía de la concordia. Me gustaba como título para la novela justamente por ser tan ridículo. En realidad vivimos en la tierra de la discordia, no solo política sino también entre personas, ciudadanos. Cuando vamos por la calle siento que cada vez estamos más tensos y orillados a vivir en discordia con nosotros. En la novela ellos no lograron la utopía de la concordia, es parte de la historia.
—El personaje de Fión Calavera es muy interesante.
Yo creo que él es la realidad mexicana. Es quien lleva la peor parte, él quiere ser una persona de bien, si me dejan decirlo así, ser honesto y salir adelante con un trabajo mal pagado pero digno; sin embargo, la realidad lo empuja hacia otro camino y al final logra salir adelante aunque no por los caminos que le hubieran gustado.
—¿Las marcas del agua es un thriller histórico?
Sin duda alguna, lo que pasa es que no se limita solo a eso, pero seguramente el corazón de la novela lo es. Visitamos el siglo XVI, porque Teodoro de Villalpando lo que quiere es descubrir unos papeles para poder demostrar que existe esa tal cofradía, el tipo va buscando documentos, aparece uno por allá y de pronto lo acusan de estar falseando los documentos. Hay un thriller de búsqueda muy a la Umberto Eco hasta, si quieren, a la Dan Brown, lo que pasa es Brown se va más por la parte ligera y aquí, además del entretenimiento que puede generar el thriller, tiene una parte metafórica y simbólica que lo distingue de manera especial.
L.M.Oliveira (1976) nació en la Ciudad de México. Publicó cinco novelas antes de Las marcas del agua, Bloody Mary, Resaca, Por la noche blanca, El oficio de la venganza y Las buenas costumbres.
Además, tiene publicados los ensayos La fragilidad del campamento y Árboles de largo invierno y el libro de cuentos El mismo polvo . Varios de sus libros fueron publicados en España.
PCL