En un mundo cada vez más digitalizado, la figura del voceador de periódicos se desvanece, pero su legado perdura en la memoria colectiva de una época donde las calles eran el principal medio de comunicación.
Sin embargo, el paso del tiempo y el avance de la tecnología han llevado al declive de esta noble profesión. Con el surgimiento de internet y la preferencia por medios digitales, los voceadores han ido desapareciendo gradualmente de las calles, siendo reemplazados por vendedores de semáforos que no realizan el mismo ritual de anunciar las noticias en voz alta.
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Aún está viva la llama
A pesar de ello, la Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México mantiene viva la llama de este antiguo oficio a través de su escuela de voceadores. Esta institución es un tributo al legado de una era en la que las calles eran el principal canal de información.
Los voceadores, a pesar de su importancia como transmisores de noticias en las calles, enfrentaban duras condiciones económicas y sociales.
Ganando menos que el salario mínimo de un obrero y siendo acusados injustamente de robar a las personas que regresaban a casa con sus compras, muchos de ellos vivían en la pobreza e incluso carecían de un hogar estable.
A pesar de estas dificultades, los voceadores eran tratados con un cariño especial por los presidentes y reconocidos como las redes sociales de su época.
Cargados con los titulares del día, ejercían una influencia significativa en la agenda mediática, destacando las noticias que creían que tendrían más impacto entre el público.
Filtro de calidad de la información
En este contexto, en un anécdota compartida por el fallecido periodista Jacobo Zabludovsky, se destaca la influencia de los voceadores en la industria periodística.
Zabludovsky recuerda un día en el que, como director de un periódico, encabezó la primera plana con unas declaraciones de un obispo.
Al salir del taller de impresión, un voceador tomó el periódico recién impreso y, tras leer la apertura, lanzó un comentario contundente: "Caray, director, ya la j*dim*s. Los curas no venden periódicos"
APA.