Ante la consigna de encontrar la adaptación más fuera de lo común de alguna de las obras de William Shakespeare, de quien este año se conmemoran los 400 años de su fallecimiento, la redacción de Cultura MILENIO recibe una llamada no menos extraña.
Del otro lado del auricular se escucha una voz con acento chileno, que resulta extremadamente conocida. Dice ser Álvaro Díaz, periodista, productor, director de cine y televisión, uno de los cerebros de la serie televisiva infantil más exitosa de Chile: 31 minutos.
Por alguna razón cada una de sus expresiones hacen pensar en el reportero, de las investigaciones especiales de 31 minutos, Juan Carlos Bodoque. Mientras explica su experiencia en torno a la adaptación de Romeo y Julieta, asaltan la mente las imágenes del conejo colorado de largas orejas paradas, responsable de “La nota verde” de aquel noticiero.
Díaz explica que la Fundación Teatro a Mil comisionó a su productora la adaptación de Romeo y Julieta, y que el proceso fue relativamente difícil, primero porque los famosos títeres son conocidos a través de la pantalla, basan su espectáculo en la comedia y tienen muchas y muy famosas canciones que su público les solicita a la menor provocación.
Pese a todo, el 8 de enero de este año se estrenó el montaje en la Plaza de Armas de San Felipe Aconcagua, Chile. El éxito ha sido rotundo por la mezcla de drama-comedia que invoca la pieza y porque, como dice Díaz, “Shakespeare es simplemente Shakespeare”.
“La idea original era hacer una especie de backstage de Romeo y Julieta, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que la propia narrativa de la obra y los personajes que propone son demasiado buenos. Lo que hicimos fue hacer efectivamente una interpretación con una duración más apta para niños, con humor y canciones, pero tratamos de mantener cierta estructura dramática básica que propone la obra porque nos parecía fundamental. En el fondo nos preocupa que este será el primer Romeo y Julieta para muchos niños”, dice el adaptador.
Indigna y confunde
Con voz de Bodoque, Díaz dice que la obra transcurre en la ciudad de Titirilquien, con un escenario basado en una especie de libro pop up, con siete canciones compuestas exprofeso, como aquella que narra la historia del propio Shakespeare y decenas de títeres en escena.
Así, Mario Hugo es Romeo Montesco, Patana Tufillo es Julieta Capuleto, Tulio Triviño es el señor Capuleto, Huachimingo es Huachimucio, Guaricolo es el Conde de París, Juanín Juan Harry es fray Lorenzo, Sopapiglobo es Sopapibaldo y Juan Carlos Bodoque es William Shakespeare.
De acuerdo con esta adaptación dramático-cómico-musical, para condonarle sus deudas de juego, el cascarrabias del señor Monstruo obliga a Juan Carlos Bodoque a representar su obra favorita en un plazo de cinco años. Pasa el tiempo de gracia y Bodoque no ha movido ni un dedo así que el señor Monstruo regresa.
Juan Carlos Bodoque llama a sus amigos de 31 minutos para que le ayuden a salir de este gran apuro; junto con el conocido elenco del noticiero, comienza a improvisar en vivo su versión del clásico y, entre actos, un coro de juglares interpretará canciones explicativas de tan entramada tragedia.
Como dice el creador del montaje: “En 31 minutos-Romeo y Julieta los personajes de la popular serie infantil desatarán una versión exageradamente libre del clásico shakespeariano, lo que indigna a los eruditos y confunde a los ignorantes”.
Magnificencia
Desde su debut, la compañía productora Aplaplac ha llevado esta adaptación de manera gratuita a diferentes escenarios en Chile: la Plaza de la Constitución ante 8 mil espectadores, estadios y pueblos.
Álvaro Díaz, quien empieza a sonar mucho más formal y quisquilloso que Juan Carlos Bodoque, se permite confesar a MILENIO que “toda pedagogía es aburrida, así que prefiero decir que un clásico llega a serlo por la magnificencia de su estructura, sus personajes y lo que transmite. Por eso, solo por eso, siempre será vigente”.
La compañía espera cumplir este año las 100 rigurosas representaciones del ciclo normal de una obra de teatro. En este Día del Niño anuncia que quizá sea a finales de este año cuando la compañía de títeres viaje a México a presentar su propia versión de la obra de Shakespeare.
“No solo lo deseamos: es tan obligado ir como que para nosotros México es como nuestra segunda patria”, dice.
La conversación termina con una frase: “Yo nací para el teatro. Mi nacimiento estuvo tan bien actuado que las enfermeras aplaudieron. Tuve que repetir la escena tres veces”. Entonces la duda sobre quién está del otro lado del teléfono se hace más profunda, hasta que la hoja de los créditos de la obra descubre el misterio de la llamada a la redacción de MILENIO: Álvaro Díaz/Juan Carlos Bodoque…
Espectáculo masivo
2003, inicio de la serie.
30 títeres en escena.
8 mil personas reunieron en la Plaza de la Constitución (Chile).