El horno está prendido. La lumbre calienta el pequeño cuarto que en medio de la obscuridad se ilumina con las brasas radiantes; el humo con olor a leña sale de la casa que ha guardado por años la tradición, el trabajo y amor de una familia, además de su secreto del tradicional pan de feria.
La masa extendida suelta aroma a mantequilla en una larga mesa. Endulza el lugar esperando las manos expertas de quienes por más de 15 años le han dado vida, llegando a miles de fiestas patronales en el Valle de Toluca y mucho más allá.
En el horno la temperatura tiene que subir aún más, la espera transcurre mientras se van formando pequeñas bolitas de masa en las manos que trabajan rápido, mientras una pequeñita juega cerca y observa. Aprende la tradición.
Don José Trinidad por más de 15 años se ha dedicado al oficio de panadero, una forma de vida y un orgullo no solo para su familia, sino también para la comunidad de Santa Cruz Cuauhtenco, en Zinacantepec, donde más de cuatro generaciones se han dedicado a la noble labor de endulzar el paladar en ferias y fiestas religiosas.
El significado de este pan no solo está relacionado con la fe, sino con las distintas formas de agradecer a Dios y a la vida el estar juntos. Estas piezas de pan con sabor a nuez, naranja, nata o mantequilla, también representan una historia familiar y el corazón que los une.
Los comienzos
Este pequeño horno, recuerda José Trinidad Guadarrama, es producto de años de esfuerzo y también la diferencia con otros artesanos. Este sabor es el tradicional porque en la cocción se emplea leña para mantener la temperatura ideal.
Hace década y media su historia comenzó a escribirse gracias a los parientes de su esposa, quienes se dedicaban a este oficio. Con los conocimientos y su propia familia creciendo, Don José Trinidad y su esposa iniciaron por su cuenta.
Un hermoso recuerdo de su matrimonio es para José este oficio. Como la mayoría de los viernes este no es la excepción, y aunque ella ya no esté en este plano, lo acompaña siempre en el ritual que inicia con la preparación de la leña, la elaboración de la masa, el nacimiento del fuego. De sus manos surgen las pequeñas figuras en distintos sabores: el más buscado es el de mantequilla.
“Mi esposa trabajaba con sus hermanos, pero con el tiempo dijo ‘voy hacer mi horno’, y empezamos a hacer esta construcción y empezamos a hacer el pan. La primera vez que lo preparamos se nos despedazó, estábamos en la feria y a puro pedacito lo tuvimos que vender”.
Días cuestarriba
En tantos años de trabajo las dificultades siempre han existido, pero no hay momento para echarse para atrás, pues a pesar de lo difícil siempre hay veredas por caminar. Ahora la emergencia sanitaria del covid-19 ha traído días inciertos, ante el cierre de los templos religiosos y la suspensión de ferias y fiestas patronales, los espacios para la venta son escasos.
Además, productos básicos como el huevo o la harina han ido al alza, mermando aún más sus escasas ganancias y ha tenido que “planchar”, es decir, ofrecer el pan casa por casa. No hay otra opción más que continuar vendiendo “aunque sea poco”, pero con el orgullo de ganarse el pan honradamente... llevando el pan y la tradición a muchas mesas.
MMCF