Las mujeres fueron ignoradas por mucho tiempo, y hasta borradas en el ámbito artístico; sin embargo siempre existieron pioneras que desafiaron a una sociedad para hacer el trabajo que les interesaba. En ese sentido, dice la fotógrafa y compiladora Lourdes Almeida (México, 1952), “es importante reconocer a esas mujeres que vivieron en el anonimato y rescatar la historia fotográfica del siglo XIX”.
En entrevista con MILENIO, la fotógrafa habla de Zurciendo la historia. Fotógrafas nacidas hasta 1920, investigación dividida en dos volúmenes y que fue presentada en Canon Academy. La primera parte está centrada en la vida cotidiana; la segunda edición, que se imprimirá el siguiente año, será de fotógrafas de calle y fotoperiodistas.
“Son 350 nombres que están en el volúmen I; hay mujeres fabulosas, conocidas algunas, pero la mayoría son desconocidas. El libro está hecho para no leerse de corrido, es un libro de consulta y perfectamente diagramado, tiene un diseño muy amable con muchas imágenes y una pequeña biografía de cada autora”.
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Sobre las compilaciones, la investigadora se cuestionó: “¿A quién le interesaba que no se hablara de esas mujeres? Es parte de la historia, de la cultura, porque el siglo XIX fue muy injusto con ellas, no podían brillar con luz propia; tenían que vivir a la sombra de los hombres”.
A pesar de esto, “me encuentro con algo fantástico: una cantidad increíble e inimaginable de mujeres pioneras que trabajaron en el siglo XIX nacidas hasta 1920, digamos que la gran mayoría borradas de la historia, pero no del todo porque últimamente, a finales de 2012, empezaron a surgir sus nombres”.
La razón de esto, agrega: “Es que hoy hay mucho interés por la historia de la fotografía, hay carreras que están fomentando esto, y hay muchas historiadoras y gracias a ese trabajo es que tuve la oportunidad de poder llevar a cabo más profundamente el mío”.
Más allá de la lente
“Me encontré con una cantidad de mujeres fantásticas y de las que no se hablaba, porque Zurciendo la historia no se trata, de ninguna manera, de borrar los nombres de los hombres, sino de recordar que hay fotógrafos y fotógrafas. Ese es el encanto del libro”.
A ellas les interesaban los mismos temas que a ellos. “Hay un capítulo de guerra en el que aparecen 42 mujeres; si ahora es desafiante que una mujer vaya a cubrir la guerra, hay que pensar en ese tiempo. En el primer volumen hay fotos de científicas, fotografías de estudio, porque fue lo que proliferó en el siglo XIX; hay autorepresentación, que es un capítulo muy encantador y sorprendente; fotógrafas ilustradoras de libros, aunque son pocas”.
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¿Fueron pioneras del selfie?
“Por supuesto: son las de la autorepresentación. Es que hay historias impresionantes, por ejemplo, Virginia Oldoini (condesa de Castiglione), una mujer italiana que era una espía, se va a vivir a Francia, se acercó a Napoléon, aunque estaba casada; y en la autorepresentación, más que ellas accionar la cámara, ponían toda la puesta en escena y buscaban a alguien que hiciera el clic. Antes del selfie, antes del siglo XX, surgen fotógrafas fantásticas y también hay mucho autorretrato”.
Para Lourdes Almeida esta investigación nos ayuda a reflexionar e imaginar no solo su labor en la fotografía, porque “hay que pensar cómo se vestían las mujeres del siglo XIX: era una ropa que pesaba una barbaridad, el equipo pesaba tremendo y no era nada sencillo porque trabajaban con placas de vidrio”.
Y también nos lleva a cuestionarnos sobre nuestro propio origen: “Hay que pensar en la mamá de nuestra tatarabuela y qué es lo que hacía, porque hay que adentrarnos y saber que la vida se mueve a través de la historia y de los que nos precedieron; si no existieran esas mujeres que pelearon por la equidad de género estaríamos en el oscurantismo”.