El contador ha llegado a cero. Hoy, París comenzará de manera oficial sus terceros Juegos Olímpicos de la historia totalmente encapsulada entre cientos de vallas metálicas y miles de elementos policiacos en las calles, que tienen como objetivo que la gran fiesta inicie sin perturbaciones.
No es para menos. La propuesta de una inauguración pública e inédita en el emblemático Río Sena provocó que las amenazas aumentaran y, por lo tanto, también las previsiones. Así que a unas horas de que la llama olímpica por fin ilumine a la Ciudad Luz, ésta decidió sacrificar su glamour para garantizar la seguridad de los cientos de miles de asistentes que abarrotarán sus calles en unas cuantas horas.
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Una fiesta contenida
Se sabe que en París comenzará la edición número 33 de los Juegos Olímpicos porque la ciudad está tapizada con un sinfín de distintivos, adornos y carteles, además de que varias sedes se concentran a pocos kilómetros de distancia. Sí, los aros olímpicos predominan en el ecosistema parisino, pero el aire de la fiesta olímpica no se siente aún como tal.
Y es que la gente local actúa con normalidad ante el comienzo oficial de este evento deportivo que reunirá a 10 mil 500 deportistas de 204 países durante las próximas dos semanas. En el transporte público, la población de la capital parisina está concentrada en sus actividades cotidianas, nadie porta algo representativo de la justa y pocos se asoman a ver los escenarios.
Solo los turistas muestran entusiasmo ante el comienzo de las actividades olímpicas; aunado a los miles que en esta época del año viajan a París de vacaciones, miles también lo han hecho para presenciar exclusivamente las competencias deportivas. Por eso ya se aprecian varios grupos en las inmediaciones de la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y a las orillas del Sena para informarse de las disciplinas que pronto se efectuarán en esos puntos sin importar los numerosos filtros de seguridad que hay que pasar.
Seguridad ante todo
París se ha blindado para estos Juegos. Desde el aeropuerto comienzan los filtros con revisiones y entrevistas aleatorias más allá de las acostumbradas. Ya entrando a la ciudad, el mayor número de policías se concentra en los complejos deportivos y las sirenas se escuchan para acompañar a la familia olímpica que se traslada de una sede a otra.
En las calles aledañas a los espacios deportivos, los policías orientan a la gente sobre las alternativas viales que tienen para avanzar, luego de que varias avenidas fueron cerradas para realizar los preparativos de una inauguración que espera a más de 300 mil personas –de las que solo una tercera parte pagó un boleto para ver la ceremonia-; también realizan inspecciones para garantizar que todo vaya en orden.
Incluso, deportistas y directivos están sorprendidos del número excesivo de policías que se encuentran a su paso cuando salen de la Villa Olímpica rumbo a una sede deportiva.
"Me impresiona cuánta cantidad de policías hay en la ciudad, en cada esquina y cada calle, hay dos o tres, incluso militares y policía privada, por lo que dudo que llegue a pesar cualquier tipo de situación. Ojalá que no, es una competencia bastante bonita, venimos a disfrutar y darlo todo", mencionó el arquero mexicano, Matías Grande.
Serán 45 mil elementos policiacos y 10 mil militares los que ha puesto el gobierno francés, sumados a los miles de seguridad privada del comité organizador. El objetivo es simple: que la llama olímpica encienda a la Ciudad Luz en completa paz.
RGS