Eran las 7:30 de la mañana y la afición de las Águilas Blancas retumbaba los tambores tras la llegada de sus jugadores: sin duda, hicieron quedar mal a los Pumas, pues apenas cubrían la mitad de las gradas, pero eso sí, defendiendose al compás del Goya.
En un sábado frío y gris, comenzó el emparrillado del Clásico Estudiantil: todos animados y bien abrigados comenzaron a defender su respectiva institución. Las Águilas Blancas recibieron el ovoide, pero tras su segunda jugada ofensiva, el balón fue interceptado por las manos de los Pumas.
Parecía que la defensiva de los Pumas tenían el partido controlado, ya que ejercían tan bien la presión para que el quarterback de Blancas no completara los pases, provocando que la afición del IPN se prendiera y empezara a culpar al head hoach Zárate por los malos resultados que el equipo del Casco de Santo Tomás estaba entregando.
Llegó el fin de la primera mitad y las gradas se llenaron de papitas y helados, sin la presencia de alcohol.
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Empezó a llover, la tribuna no dejó de apoyar en ningún momento a los equipos del Clásico Estudiantil: niños y adultos seguían teniendo la esperanza de ver triunfar al IPN en el Estadio Azul en su 50 aniversario.
Pero a unos minutos del tercer cuarto, con cara de preocupación por parte de la tribuna guinda, las Blancas volvieron a decepcionar a sus seguidores con malas jugadas.
Señoras y señores empezaban a sentirse entrenadores del equipo, tras la desesperación, le gritaban a los politécnicos cómo tenían que jugar para ganar.
Los últimos 15 minutos del partido fueron desconcertantes ya que los seguidores del IPN parecían no saber qué hacer, aventando manotazos al aire, lo que provocó que los de la Yarda 50 empezaran a convocar el Goya para marcar su territorio en el antiguo Estadio Azul.
Las Águilas Blancas lograron rescatar la dignidad de la afición, metieron un touchdown, pero eso no haría la diferencia, pues tras sus malas asistencias, el marcador cerró 28-7 a favor de los auriazules.
La afición del antiguo Estadio Azul se despidió con aplausos y gritos, el Goya y el Huelum no sonaba como al inicio, ya que muchos se sentían desanimados por la falta de entrega del equipo.
FCM