El 25 de octubre, Sergio Castillo comenzó a vivir un sueño al alcance de muy pocos. Gracias a la lesión de Sam Ficken, pateador titular de los Jets de Nueva York, el mexicoamericano pisó el césped del estadio MetLife y anotó los primeros puntos de su equipo frente a los Bills de Búfalo.
Fueron tres partidos los que Castillo disputó antes de una efímera vuelta de Ficken, quien no está en condiciones de jugar al continuar con molestias en la ingle. En cuatro juegos, Sergio ha anotado siete de nueve goles de campo y cuatro puntos extra. Ahora, con el regreso de Ficken a la lista de reservas, todo indica que la aventura continuará.
“Estar en la NFL es el sueño de cada chavo que crece en Estados Unidos y en México; porque en México se escucha mucho de la NFL”, admitió Castillo en una plática en la que los Jets invitaron a MILENIO-La Afición y tres medios más.
Y es que todo sucedió en cuestión de días. Un día administraba un gimnasio en Texas y al otro calentaba en las instalaciones de los Jets. El tirón de ingle de Ficken le permitió a Castillo pasar de la escuadra de prácticas al primer equipo en menos de dos semanas.
La necesidad de un pateador confiable le abrió las puertas a Castillo, quien antes de llegar a la Liga más poderosa del mundo, pasó por la CFL (Liga canadiense) con los BC Lions y también intentó ingresar a las filas de los Acereros de Pittsburgh y los Browns de Cleveland.
“Si uno lo piensa, son 32 equipos en la NFL y nueve en Canadá: 41 equipos, 41 trabajos y es un privilegio poder jugar, no importa si estaba en Canadá o si estoy ahorita aquí con los Jets, es una bendición y no hay un día en el que no esté agradecido por la oportunidad”, dijo Sergio, consciente de la gran oportunidad que tiene y que, en parte, también se debe a la pandemia, pues ahora los equipos tienen pateadores suplentes.
“Tengo amigos que no les ha llegado esa oportunidad; algunos son más talentosos que yo, pero se dieron por vencidos muy temprano”, lamentó.
Seguidor de las Chivas
Nació el 1 de noviembre de 1990 en La Joya, una ciudad muy cercana al Río Bravo. Hijo de mexicanos, Castillo creció en Estados Unidos, pero habla el español tan bien gracias a la educación de su progenitora, su abuela y sus tías.
Aficionado de Chivas y seguidor de Oswaldo Sánchez, Sergio llegó a soñar con jugar futbol, pero el americano era el deporte rey en las escuelas.
“Es un estado mental chingón. Siempre arriba, todo el tiempo. Así tiene que ser en todo lo que hacemos”, dijo Castillo, quien recuerda las veces que Hugo Sánchez decía que quería ser campeón del mundo y las personas se reían. “Esas palabras fueron cómo una luz, si no estás aquí para darlo todo, ¿entonces para qué estamos aquí?”
Estudió en la Universidad de West Texas A&M, al obtener una beca deportiva. No fue fácil, pues incluso había considerado abandonar sus estudios debido al racismo todavía presente en muchas instituciones. “Mi madre me dijo que no sería bienvenido en casa”, dijo, consciente de que debía superar cualquier obstáculo en su vida.
En 2014, hizo pruebas con los Halcones de Atlanta. Matt Bryant, pateador del equipo en aquel entonces, le recomendó fijarse una meta para tratar de conseguir su sueño, para también conseguir un trabajo, pero que, de ser necesario, hacer sacrificios en el caso de recibir llamadas.
“(Bryant) me dijo ‘tienes que ser consciente de que tienes que sacrificar un trabajo estable por si un equipo te llama y dice que te necesitan aquí mañana’”, recordó Castillo, quien no deja de emocionarse cada vez que habla sobre su historia.
La adaptación con el equipo ha sido rápida. El equipo lo ha adoptado rápidamente, sobre todo el despejador Braden Mann, con quien platica sobre Dios, su gusto por el golf y el ajedrez.
“Uno se siente como familia y fue algo raro porque no esperaba eso, normalmente cuando llegas a un equipo, te aceptan hasta que juegas. No te miento, desde que llegué me han tratado muy bien”.
Por lo pronto, Sergio se prepara para seguir entregando buenas actuaciones con los Jets e, incluso, convencer al equipo de que permanezca como el pateador titular. Su actuación casi perfecta le da lo necesario para trascender.