“Antes de estar casado con una supermodelo brasileña, antes de ganar su primer Super Bowl, antes de ser el reemplazo de Drew Bledsoe, Tom Brady era solo otro quarterback tratando de encajar en la Universidad de Michigan”. Así da inicio un especial que le hizo la NFL hace algunos años al ahora portador de seis anillos.
En él, Greg Harden, director de la Asociación Atlética de Michigan y consejero deportivo de Brady en la universidad, explica que puede haber detrás de una de las más envidiables mentalidades en la historia del juego y quizá este episodio de su vida lo explica bien “Es un sentimiento extraño cuando entra un niño a mi oficina y me dice: ‘necesito apoyo. Quiero ser el quarterback titular de Michigan’. Acababa de perder 25 libras por apendicitis. Era el niño más delgado que había visto y hablaba de ser mariscal. A partir de ahí tenía que hacerle entender que no le iba a poder conseguir ser titular en Michigan. No había nada que pudiera hacer”.
No podía estar más equivocado. Para su segundo año, Brady ya se había ganado la titularidad en el equipo. Cada semana antes de un juego, Tom no fallaba en su visita a Harden para entrenar precisamente su mente. “Estamos hablando de un joven de 20 años con hambre por ser el mejor” concluye en el documental.
El resto es historia aunque hasta hoy a muchos les cueste entender y creer que en el draft de abril del 2000, Thomas Edward Patrick Brady Jr. no fuera considerado hasta la sexta ronda. Es decir, el quizá mejor mariscal de la historia comenzó su camino en los emparrillados siendo la selección 199. En 2011 se convirtió en el primer MVP de la liga votado de manera unánime. Paso de ser un hombre ordinario a uno extraordinario y todo gracias a su mentalidad.
JMRS