El deporte ha demostrado ser una ventana de oportunidades para muchas personas, como Paloma Flores. Originaria de Acapulco, Paloma forma parte de la plantilla de Mexcaltecas de Nayarit en la Liga Mexicana de Baloncesto Profesional Femenil, mientras también trabaja en una agencia publicitaria en Tepic. Son dos cosas que le agradece mucho al basquetbol.
Con 26 años de edad, se adentró en esta disciplina gracias a su papá Miguel Ángel Bugui Flores, ex jugador profesional y quien la encaminó en esta disciplina, aun cuando ella estaba más interesada en el baile, hasta que su papá la motivó a hacer deporte.
“Cuando era más pequeña (cinco años) no quería jugar, quería bailar… pero mi papá me hizo una escuelita, la escuelita Buguis en Acapulco. Él la fundó para mí; y desde ahí puedo decir que me enamoré completamente del basquetbol, al basquetbol le debo todo”, confesó Paloma en entrevista con MILENIO-La Afición.
En esta escuela, que recibe a más de 200 niños de forma gratuita, la joven dio sus primeros pasos y conoció más sobre este deporte, el cual jugó un papel fundamental para escribir su historia, al ayudarle a abrir su panorama y tratar de trascender, porque el principal papel de Buguis ha sido brindarles mejores oportunidades a los niños y que no vayan por malos pasos.
“El basquetbol me ha abierto muchísimas puertas, como una licenciatura en Diseño Gráfico, una maestría en Administración de Negocios con orientación en Mercadotecnia, diplomados en publicidad y también hasta cierto punto, el basquetbol me ha abierto oportunidades de trabajo, ahorita soy publicista”, reconoció Paloma, quien agregó que jamás se imaginó que estudiaría una carrera, lo cual fue posible gracias al baloncesto.
Su amor al basquetbol le permitió estudiar la preparatoria en el Tecnológico de Monterrey, campus Toluca, además de la carrera en la Universidad del Valle de México, gozando de la oportunidad de desarrollarse académica y físicamente.
Fue durante esta época en la que vivió uno de los capítulos más complicados de su vida, cuando se rompió el ligamento cruzado anterior, el posterior, los meniscos y la rótula desviada durante un partido de pretemporada. Estuvo fuera por dos años de las duelas y el doctor le advirtió que no volvería a jugar. Sin embargo, logró salir adelante en su rehabilitación y no se alejó de las duelas.
“Esa lesión fue como un nuevo comienzo, porque volví más fuerte física y mentalmente; cambié mi estilo de juego totalmente. Creo que ese nuevo comienzo por la lesión me favoreció, porque creo que alcancé un nivel diferente de basquetbol comparado al que tenía”, dijo Paloma.
Le abrió más puertas
Su título universitario y su desempeño deportivo le permitió llegar a Aztks del Estado de México, equipo que le dio la oportunidad de demostrar su talento en la duela y, a su vez, trabajar en el área de publicidad de la organización. Por supuesto, jugar para el equipo y a su vez trabajar en la imagen de la quinteta no era sencillo. Había días en los que tenía que esforzarse mucho, pero hacer lo que le apasiona provoca que el trabajo sea disfrutable.
“Eran tres entrenamientos diarios de más de dos horas cada, cuando todas se iban a dormir, yo tenía que seguir trabajando; en las giras, en lugar de ir dormida, iba trabajando; mis tiempos de descanso para mí eran de trabajo. Dormía de 4 a 5 horas si bien me iba. Pero el hecho de dedicarme a mis dos pasiones hizo el trabajo más simple”, recordó Paloma, quien el año pasado salió del equipo y encontró otra oferta laboral en una agencia que también le permitió llegar a Tepic, con Mexcaltecas.
Ahora, tiene como meta continuar su carrera profesional por tres o cuatro años, para enfocarse más en la escuela con su papá y tratar de ayudar a los niños para que se alejen de los vicios y apuesten a salir del barrio, que busquen crecer, tanto en lo académico como en lo deportivo, así como a ella le sucedió.
“Creo que eso es lo que quiero alcanzar como profesionista más que como jugadora o mejor jugadora de la Liga. Me interesa más que sirva mi experiencia para ayudar”.