Los pitchers caminan hacia el montículo, se acomodan la gorra, eligen la mejor posición para sostener la bola y gestan visualmente con el cácher la estrategia idónea para sacar al bateador; todo esto sin dejar de mascar su chicle. Así se efectúa, generalmente, el ritual previo a un lanzamiento en el beisbol.
Es todo un artificio realizar un lance que inhiba los intentos de conectar la pelota por parte del hombre al bate. Muchos factores intervienen en este proceso del pícher, empero, hoy nos enfocaremos en la velocidad.
La rapidez de una bola es importante, aunque no lo es todo. En la Major League Baseball (MLB), el certamen del Rey de los Deportes más destacado del planeta, el promedio de velocidad conseguida por un lanzador es de 91 millas por hora (mph), de acuerdo a datos del portal efastball.com; lo cual se traduce en 146.45 kilómetros por hora.
Asimismo, el sitio web señalado indica que a nivel universitario el promedio de velocidad oscila entre las 85 mph y las 95 mph; el rango es mayor que en la Grandes Ligas debido a que no existen lecturas específicas.
El cubano Albertin Aroldis Chapman posee el récord del lanzamiento medido más veloz de la 'Gran Carpa': 106.9 mph (172 k/h aproximadamente). Sin embargo, existen pitchers del siglo pasado que no contaron con las herramientas necesarias para calcular su rapidez. Ejemplo de ello es Nolan Ryan, quien se estima lanzó en 1974 a una velocidad de 108.1 mph (cerca de 173.9 k/h).
FCM