‘Ganador’ es una palabra que lo define, pero no es la única, ‘humilde’ es otra... y ahora también ‘campeón’. El lanzador que hizo el último pitcheo de la Serie Mundial y selló el título de los Dodgers, el mexicano Julio Urías, se dio tiempo para platicar con los medios, y ahí estuvo MILENIO-La Afición.
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Reconoce que vive “algo muy bonito, un sueño hecho realidad. Estoy súper contento de estar en este momento”. Y aunque la pandemia le impidió a su papá, su mamá y sus hermanos acompañarlo, dice con orgullo: “soy muy apegado a mi familia”, y por ello lo vimos con teléfono celular en mano durante el festejo.
Alcanzar la corona fue grande para Julio y su familia, pero también para México, que se volcó para apoyar las extraordinarias actuaciones de tres peloteros que brillaron en el Clásico de Otoño: Randy Arozarena (Rays) y Víctor González y Julio Urías (Dodgers).
Con su gran actuación en el Juego 4, Julio levantó cejas; con su soberbio relevo en el Juego 6, se ganó el corazón de todo su país… y de todos los aficionados angelinos.
Inicialmente, cuando se supo que Dodgers había firmado a un joven zurdo mexicano considerado una superestrella, la idea de que la efervescencia que se presentó cuando El Toro llegó al equipo en los años ochenta iba a volver con una segunda “Fernandomanía”.
Ahora que esa superestrella llamada Julio Urías ha mostrado de lo que es capaz, es justo preguntarse si ha nacido la “Juliomanía”.
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Sin embargo, el mismo Julio lo toma con gran madurez y respeto hacia, tal vez, la figura más grande del beisbol mexicano: “Eso sale sobrando”, y dice tajante: “Fernando solo hay uno y Fernando siempre será Fernando. Si Dios me dio este campeonato, no quiere decir que yo soy igual o mejor o voy a ser más que él, no, simplemente son épocas, eras diferentes”, afirma, pero también apunta: “al ver que todo México me está apoyando y me está dando todas esas bendiciones, ni modo de decirles ‘no me las den’, obviamente las recibo (y las agradezco) de la mejor forma”.
¿CAMBIO DE ESTAFETA?
La humildad vuelve cuando Julio recuerda su momento más memorable de la SM: “fuera de celebrarlo con Víctor, que para mí es como un hermano, lo que se me va a quedar marcado fue el abrazo de Clayton Kershaw, un abrazo sincero de alguien que lo ha ganado todo y va a ser un Salón de la Fama; es algo que te dice ‘trabaja, que así vas a lograr muchas cosas’”.
A la hora de estar sobre la lomita, aseguró: “uno se acuerda de todo, del primer momento en que uno empezó a lanzar, el primer home run que uno pegó en Ligas Infantiles, del trabajo, de la operación que tuve (los primeros bullpen sin pasar de las 83 millas) y seguir trabajando para volver a las GL”.
Zumbando una recta de 94 millas por el centro del plato, Julio dejó a Willy Adames con el bate al hombro para poner fin a la sequía de títulos de los Dodgers. El futuro es volátil, pero a él le gustaría mantenerse con este equipo para poder levantar más veces la corona.
Ahora Julio espera volver a Culiacán y celebrar al lado de los suyos, y lo hace sin planes especiales, otra consecuencia de la pandemia.
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Relevando o abriendo (aunque acepta que prefiere abrir), Urías sabe que el trabajo es la base del éxito, así que trabajar es su objetivo.
Otra vez, como lo hiciera el sábado cuando llegó al Globe Life Field para abrir el Juego 4 usando una playera de Muhammad Ali y unos tenis Jordan, Julio se presentó a la conferencia haciendo un homenaje con su atuendo, esta vez con un jersey con el número 8 de Kobe Bryant... pero ahora que ya también es un campeón, seguramente otros comenzarán a hacerle homenajes a él usando su ropa.