No hubo un juego a nueve entradas, pero sí una monumental fiesta en el estadio Alfredo Harp Helú. Miles de aficionados acudieron al diamante de fuego para celebrar el decimoséptimo campeonato de los Diablos Rojos del México en la Liga Mexicana de Beisbol, en donde son los máximos campeones del circuito. Con un gran templete ubicado en los jardines, los jugadores llegaron en autobuses para celebrar junto a los fieles seguidores que llegaron al inmueble desde mediodía, a la espera de que se abrieran las puertas alrededor de las seis de la tarde.
Las celebraciones llegaron a su punto más alto cuando peloteros, coaches y directivos fueron presentados y luego llegó el gran momento de enseñar el codiciado trofeo a toda la nación escarlata. El primero en alzar la Copa Zaachila fue Juan Carlos Gamboa, capitán de la novena escarlata. Robinson Canó, Trevor Bauer y José Marmolejos también tuvieron su momento de gloria, pero sobre todo don Alfredo Harp, quien enseñó el galardón con el apoyo de su familia, tras diez años de espera: ¡Los Diablos Rojos volvieron a celebrar una corona en la Liga Mexicana de Beisbol!
El presentimiento del éxito
Lorenzo Bundy fue el primero en tomar el micrófono. Recordó cómo fue iniciar como el mánager del México y los trabajos en pretemporada en Oaxaca. Para el estadunidense, desde su vuelta el 22 de febrero, tenía la sensación de que estaban armando un equipo de época… y eso que todavía no habían conseguido las firmas estelares que tanto eco hicieron durante la campaña. “Sabía que teníamos un buen equipo y que podíamos hacer cosas especiales. Y todo fue antes de que llegaran Robinson Canó, Trevor Bauer”, aclamó al micrófono.
Y las sensaciones no cambiaron. Desde los dos triunfos conseguidos sobre los New York Yankees en la pretemporada en marzo, hasta la consagración en el Estadio Mobil Super, al ganar la Serie del Rey en Monterrey: Bundy agradeció a los fans que los acompañaron todo este año. “Este campeonato es para ustedes. ¡Gracias por su apoyo y arriba los Diablos Rojos del México!”.
Juan Carlos Gamboa fue el responsable en agradecer a nombre del resto de sus compañeros. En un año que pasará a la historia del deporte mexicano, el infielder hizo un recorrido por todo lo vivido y también mandó un mensaje a los detractores: nadie les regaló el título: se lo ganaron en el terreno de juego.
“Le doy las gracias a la familia Harp Grañen por darnos la oportunidad de toda una experiencia de enfrentar a los Yankees, el permitirnos estar en la mejor organización de México. A mis compañeros por el esfuerzo y sacrificio que han hecho en toda la temporada; gracias a todo ese empeño, logramos la misión 17. Y lo mejor: nadie nos lo regaló. ¡No estuvo arreglado tampoco!”.
Del festejo al trabajo
El miércoles será de fiesta en el estadio Alfredo Harp Helú. Los aficionados disfrutaron de las amenidades de este complejo deportivo, al igual que todos los miembros de la organización. Desde la clásica ambientación que acompaña a los Diablos en cada juego, fuegos artificiales y hasta un mariachi que se robó los corazones de todos los presentes, el México tuvo un festejo que pasará a la memoria y a los archivos históricos del equipo.
Pero una vez terminada la celebración, tocará volver a los escritorios para tratar de mantener las piezas claves, seguir prospectos interesantes y avanzar en negociaciones para así consagrarse como un equipo de época y aumentar los éxitos en las vitrinas.
“Nos queda una misión más que nos han dado los dueños. Hoy se celebra, pero mañana se trabaja en la misión 18. ¡Vamos a ser campeones!”, indicó Jorge del Valle, vicepresidente deportivo de la novena.
Alfredo Harp Helú también expresó su gratitud a todos los aficionados por confiar en el proyecto, con la promesa de que esto será algo a lo que siempre van a aspirar: a Copas y celebraciones. “Lo más importante es el jugador, que son todos ustedes: la afición. ¡Ustedes también juegan y nos hacen ganar! Por eso estoy muy contento y vamos a continuar. Ya estamos pensando en lo que vamos a hacer a partir de mañana”.
AVV