“Mi hijo fue un buen niño, desde pequeño muy tranquilo, serio, poco platicador” comenta para MILENIO-La Afición, Carlos Urías, padre de Julio, pitcher de Los Angeles Dodgers campeones de la Serie Mundial 2020.
“Nada desastroso, siempre con su pelota, bat o manopla y golpeando las paredes. Así disfrutaba la infancia y hasta ahora de grande, sigue siendo el mismo, muy callado, muy alejado del escándalo. Es una gran virtud su forma de ser”, agrega.
Las imágenes acapararon la prensa deportiva: por un lado, Julio en sus lanzamientos de la novena entrada, en la cual llegó al récord de un mexicano de 13 ponches en una sola Serie Mundial donde requirió menos de seis minutos para lograr los tres últimos de la victoria; por otro, Julio envuelto en la bandera de México, riendo de emoción y viendo su celular mientras se comunicaba con su familia.
“Ahí mismo en el festejo en el campo nos habló, se le ve riendo y con la bandera, muy contento, orgulloso, explotamos todos aquí”, cuenta don Carlos.
Desde Culiacán, hogar de nacimiento de Julio, su padre –aún extasiado–relata el momento: “Por la situación no pudimos acompañarlo a los eventos, nosotros de aquí los disfrutamos mucho como familia, nos juntamos, tías, hermanos, primos y cada out que hacía. Al final de cuentas con toda la buena vibra de aquí para allá y que bueno que así fue”.
Fueron 32 años de espera, pero tanto Julio Urías, como el también lanzador nayarita Víctor González fueron clave en el séptimo título de la novena angelina, que desde 1988 con otro mexicano aún en sus filas, Fernando Valenzuela, no conquistaba la MLB.
Víctor y Julio abanicaron en conjunto a siete de los 11 bateadores que retiraron en fila en 3.2 entradas de relevo, pero el número 7 de los Dodgers fue el séptimo pitcher que cerró el decisivo juego. El primer mexicano con un salvamento en el partido de coronación de su equipo entró al diamante mientras se escuchó de fondo “Al estilo rancherón” de “Los Dos Cardenales”.
Su look es peculiar en la Gran Carpa, no todos los peloteros utilizan lentes. Si bien hubo años en que sufrió burlas por tener el ojo izquierdo más pequeño, el cariño de su familia fue clave en su desarrollo atlético donde se tuvo que someter a cirugías por el tumor benigno que lo acechó.
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Esto no le impidió convertirse en el lanzador más joven en debutar en la MLB desde 2005 y en el décimo cuarto más joven en los Dodgers. Si bien no esperaba su estreno tan pronto, al primero que llamó en efecto fue su padre, quien lloró con él de la emoción. Siempre presente en los mejores momentos de su carrera, su familia no lo pensó dos veces e hizo el viaje para el debut. No hay temporada a la que hayan faltado en sus visitas hasta este 2020. Su padre, como parte de un sindicato de maestros donde entrena niños, y su madre, asistente y maestra en un centro de bebés, siempre encuentran tiempo.
"NUNCA RENDIRTE"
“Él regularmente viene cada año de acuerdo al descanso y a comer. Le digo que es de buen diente. De comida es bueno pa’ todo. Aquí en Sinaloa el marisco es lo tradicional y son sus platillos favoritos. En casa con su mamá le gusta sus tortillas de harina hechas a mano, frijoles puercos y carne asada y de su abuela un pozole, el otro platillo fuerte de él”, cuenta su padre que bien conoce a su hijo de 24 años, aunque la plática de cuantos tatuajes tiene ya está pendiente.
La frase "Nunca rendirte" se la hizo ocho meses después de su cirugía en el hombro y ha declarado que la tiene como un recordatorio de seguir trabajando aunque parezca que las cosas no van a salir, ya que su recuperación no fue sencilla. También tiene en el brazo a San Judas Tadeo, ya que Julio es muy religioso e incluso en cada visita aún va a la iglesia y deja su ofrenda.
No hay manera en que un padre no se pueda sentir orgulloso ante una carrera deportiva de tan rápido ascenso como la de Julio “Completamente, desde las emociones que nos dio desde los 5 años, los logros de equipos, llamado a Selección Nacional, Panamericanos. Siempre hemos estado orgullosos de él y que cada año crece más y nos sigue dando regalos. El proceso que hizo para llegar, fue ascendiendo muy rápido, hemos disfrutado la vida de mi hijo” concluye Carlos Urías.
FCM