Las bancas de ambos equipos, e incluso las gradas, se vaciaron durante el triunfo de Oakland 7-2 sobre los Astros el domingo, en el más reciente episodio de varios meses de animadversión entre los rivales de la División Oeste de la Liga Americana, después que el pitcher Mike Fiers, de Oakland, denunciara el escándalo de robo de señales de Houston.
El noveno triunfo consecutivo de los Atléticos quedó ensombrecido por lo que sucedió en la séptima entrada en el Coliseum.
El dominicano Ramón Laureano, de Oakland, recibió un pelotazo —el tercero en la serie de tres juegos— en esta ocasión de parte del mexicano Humberto Castellanos, con un out. Laureano comenzó a intercambiar palabras con el coach de bateo de los Astros, Alex Cintrón, y posteriormente arremetió desde la inicial hacia la caseta de Houston.
El receptor de los Astros Dustin Carneau derribó a Laureano antes que el jardinero pudiera llegar a Cintrón, y fue entonces que se desató el caos.
Jugadores de ambos equipos salieron de la caseta para unirse a la bronca. Peloteros de Astros y Atléticos sentados en las gradas, en conformidad con los protocolos de distanciamiento social, también bajaron al diamante.
Laureano fue expulsado por el umpire Ted Barrett, y sin problemas se escuchó a los umpires gritándoles a los jugadores que “regresen a la cueva”, en medio del silencio en un estadio sin aficionados.
Los bateadores de Oakland recibieron cinco pelotazos en la serie, mientras que ningún bateador de Houston fue golpeado.
El exreceptor de los Atléticos Austin Allen también fue expulsado, y el manager de los Astros Dusty Baker fue expulsado media entrada después. Houston hilvanó su quinta derrota.