Carlos Girón consiguió la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, y la cual pudo ser de oro luego de que el soviético Aleksandr Portnov fallara su última ejecución en el trampolín de tres metros, sin embargo, los jueces le dieron la oportunidad de volver a ejecutar el salto, y que finalmente le salió a la perfección para así quedarse con el sitio de honor y dejar en segundo lugar al mexicano.
Girón recordaba que la pelea estaba entre ellos por el título olímpico, y con el clavado que culminaría su participación el soviético era con uno de Dos vueltas y media inversa en posición B, y que ejecutó mal tras caer de espalda al agua.
“Lo había perdido todo. Como yo, hacía ocho años. Salió cabizbajo de la fosa. La frustración del público fue evidente. Pero, de pronto, los delegados soviéticos comenzaron a protestar. Argumentaron que el grito en la piscina había perturbado a Portnov. La presión se hizo más fuerte a cada instante, y los jueces finalizaron por ceder. Concedieron a Portnov otra oportunidad, y éste la aprovechó perfectamente. Subió al trampolín y tuvo mucho tiempo para preparar su salto; lo corrigió y, finalmente, lo ejecutó muy bien. Y ganó la medalla de oro. La que ya había perdido. La que me pertenecía”, dijo Girón.
Al clavadista mexicano no le dieron esa oportunidad cuando él falló en la edición de Múnich 1972, y se tuvo que conformar con el octavo peldaño en la plataforma de 10 metros y cuando se encontraba en el segundo.
“Necesitaba concentrarme, pero me sentía muy presionado. Sabía que tenía que hacerlo, y hacerlo ya. A último momento decidí que tenía que ser más alto y rápido; muy diferente a como lo había practicado. Y salí. Giré muy alto y fuerte, ¡y pácatelas!, que caigo casi de espaldas. Del segundo lugar me fui al octavo. Era el golpe más fuerte en mi vida en los clavados. Me pasé dos horas en el vestidor, llorando, pensando en el retiro de los clavados”, mencionó.
Ya en Moscú 1980 las autoridades mexicanas no protestaron esa decisión del comité organizador en darle otra oportunidad a Portnov, y que redituó en que se quedara con el oro olímpico. En ese entonces, el señor Javier Ostos Mora presidía no sólo la Federación Mexicana de Natación, sino la propia Federación Internacional de Natación Amateur. Ostos Mora fue insultado por el propio Jorge Rueda, mientras que, a la orilla de la fosa, indignado, el juez mexicano Antonio Mariscal arrojó al piso su gafete.
“Fue algo demasiado amargo, porque hasta entonces descubrí que muchas personas carecen de honestidad en determinado momento y, más que nada quien estaba involucrada en aquel instante y que no supo dar la cara para defender no a Carlos Girón, sino al representante de México, que se encontraba luchando por una medalla de oro... No tiene caso dar nombres; no vale la pena. La historia juzga mejor que uno. Para mí, no tiene valor alguno una persona que no tuvo la honradez de decir: "primero está mi patria que mi posición política en el deporte".
DAO