El guerrero deja la batalla

Juan José Padilla se despidió de Guadalajara cortando orejas.

Padilla mató a sus dos astados en pleno centro del ruedo. (Fernando Carranza)
Jesús Zárate
Guadalajara /

El guerrero ya dejó la batalla, pero nunca, pero ni por equivocación supo lo que es rendirse. Hasta el último aliento de su vida profesional el español Juan José Padilla ha dejado constancia de sobreponerse a cualquier adversidad. En la tarde de su despedida de la afición de la Nuevo Progreso, dio su última gran batalla, que le abrió el camino para salir a hombros tras el corte de dos orejas. 

El mejor reflejo de la trayectoria de Padilla se vivió con el último astado que lidió en Guadalajara, Incondicional de nombre, procedencia de San Miguel de Mimiahuapan. Ese toro, puso a prueba al guerrero Padilla, con una bravura áspera y complicada, como esos cientos de toros en los años que Juan José anduvo en la guerra lidiando los encierros que las figuras temen. A ese Incondicional, Padilla no le hizo el toreo, le hizo la guerra, se peleó con el bicho para demostrarle quien mandaba en el ruedo. 

“De algo me sirvió lidiar esos encierros” comentó al terminar la faena. Y es que al final un guerrero solo sabe de pelear. Un apéndice fue el premio a la batalla, con lo que completaría dos trofeos para salir por la puerta grande. 

Ya con su primero, Padilla había realizado una labor valiente y de entrega, que le mereció cortar la primera oreja. En un gesto poco común en estos tiempos, Padilla mató a sus dos astados en pleno centro del ruedo. 

A su vez, el francés Sebastián Castella, tuvo una destacada labor ante su primero, pero lo mató de estocada caída, mientras que su segundo se apagó pronto por falta de fuerza. Mientras que el mexicano Joselito Adame enfrentó a los peores astados de la tarde que le impidieron cualquier posibilidad de triunfo.

GPE  

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