Mucho pierde de emoción la llamada fiesta brava cuando en lugar de cuidarse del toro, hay que cuidar del bovino. Un ejemplo de esa patología de la actualidad se vivió ayer en la Nuevo Progreso cuando la terna que “enfrentó” a los astados de La Estancia tuvo que hacer gala de sus recursos técnicos, no para someter o encauzar las embestidas de los bureles, sino para mimarlos y evitar que pudieran caer o bien ya no pudieran acometer ante su falta fuerza.
Pero aún en esas circunstancias cabe la posibilidad de encontrar una rendija por la que se asome la posibilidad de un triunfo, y fue lo que Octavio García el “Payo” se encontró ante su segundo astado, el quinto de la corrida y al cual logró entender que teclas tocar para hacer crecer una faena que parecía cobrar altos vuelos. El queretano se plantó firme en el terreno cortó e hizo pasar a Miracielo pegado a sus muslos en tandas por el lado derecho que fueron creciendo de intensidad, incluso llegando a rematar con un sublime cambio de mano. La mesa estaba servida y la música acompañaba el desempeño de lo que parecía una tarde triunfal, hasta que Octavio decidió tomar la espada de matar, callar a los músicos, y para decepción de todos fallar en la ejecución de la suerte suprema. Del éxtasis a la frustración en un paso.
Antes, en su primera intervención, ya el “Payo” había dejado constancia de que no le costaba pisar terrenos comprometidos y templar las embestidas ante un toro de escasa movilidad.
El tercer espada Diego Silveti, poco pudo hacer, primero ante un toro que le probaba en cada embestida y luego con otro astado que tampoco mostraba ningún interés por acometer.
IncidenciasPlaza Nuevo Progreso, segunda corrida de la Feria de Aniversario con un tercio de entrada en clima soleado. Se despidió de sus funciones el juez de plaza Arnulfo MartínezSe lidiaron seis La Estancia, que cumplieron en presentación, que escasearon de fuerza. El mejor fue el quinto, que destacó por su calidad en la embestida y mereció los honores del arrastre lento.