La invitación a pescar que pudo salvar a Ayrton Senna

Un día antes de la trágica muerte del piloto de Fórmula 1, un miembro de la FIA sugirió al brasileño no competir en Imola

Ayrton Senna (AFP)
Luis Ramírez
Ciudad de México /

El 30 de abril de 1994 fue un día clave en la vida de Ayrton Senna, fue la jornada en que dudó en seguir compitiendo luego de dos sesiones (viernes y sábado) en que la muerte había rondado en el circuito de Imola -Gran Premio de San Marino-, primero lesionando seriamente a su compatriota Rubens Barrichello y luego al ver la trágica muerte del austriaco Roland Ratzenberg en la calificación.

Con apenas 83 vueltas en su historia tras haber concluido en undécimo en el Gran Premio del Pacífico de ese año, Ratzenberg salió a buscar su vuelta rápida en el Simtek S94-Ford, pero todo terminó en un accidente a 300 km/h en la curva Villeneuve luego de que perdiera el alerón delantero, provocando una pérdida de carga aerodinámica, y con ello su vida. La causa del deceso fue una fractura de la base del cráneo.

La imagen estremeció al paddock, ahí Ayrton Senna miraba la pantalla, con su casco puesto alistándose para salir, situación que ya no se dio, y sopesó competir la carrera, una idea que le sugirió en aquel día el doctor Sid Watkins, médico de la FIA, y quien le dijo: “¿Por qué no lo dejas y nos vamos a pescar?”, a lo que el sudamericano respondió: “Sid, hay algunas cosas sobre las cuales los pilotos no tenemos control. No puedo abandonar. Debo continuar”, dijo el sudamericano quien no sabía que pasaría su última noche con vida, meditando no solo sobre la seguridad de la Fórmula 1, sino también sobre su propio destino en la categoría tras un inicio complicado en su nueva era con Williams, un año que se había convertido en un deseo en una tortura.

La opción de Ferrari estaba sobre la mesa, como el propio Luca di Montezemolo, ex presidente del equipo, admitió años después al recordar cómo había tenido días antes una plática con el brasileño para comenzar el análisis de un cambio a Maranello. A ello se sumaban los negocios que Ayrton Senna quería abrir en su país como ser el distribuidor de Audi en su nación. La mente del tricampeón del mundo tenía mucho que pensar en la noche del 30 de abril, pero dos cosas destacaban por su mente: la muerte de Roland Ratzenberg, y como dar vuelta a un campeonato que estaba perdiendo ante Michael Schumacher. El reloj seguía y la hora de arrancar la competencia se acercaba, pocos podrían predecir que el fin de semana maldito, como ya muchos le llamaban, y el cual pedían ya no correr, iba a dar un golpe más.


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