Desde Madrid, donde tiene su residencia desde hace ocho años, Tatiana Calderón, piloto colombiana de 27 años, cuenta cómo atravesó la cuarentena, sin poder ver a sus padres, y cómo enfrentó nuevos desafíos históricos, como participar en las 24 horas de Le Mans el mes pasado; debutar en la European Le Mans Series o ser la primera mujer en intentar correr toda la temporada de la máxima categoría de automovilismo en Japón, la Super Fórmula Championship.
La pandemia de covid-19 le tocó en el país nipón y para volver a casa tuvo que hacerlo en un vuelo humanitario hacia España. Si bien fueron meses complicados para muchos atletas alrededor del mundo, para Tatiana, que venía de un año difícil en la Fórmula 2, resultó ser justo el tiempo que necesitaba.
“A mí me cogió en un buen momento la pandemia, siempre veo las cosas positivas. Como deportista de alto rendimiento nunca tienes un tiempo de tres o cuatro meses para estar en tu casa sin viajar, comer saludable y entrenar con regularidad y descansar bien, a mí cuerpo le hacía falta. Y también el tener tiempo de reflexionar y hacer otro tipo de cosas. Para mí fue positivo porque volví a encontrar esa motivación. Soy afortunada porque he podido volver a practicar mi deporte. Contenta de haber sacado algo positivo de una situación complicada que atraviesa el mundo.”
Aunque las restricciones de viaje en Japón no le han permitido estar en todas las carreras, su objetivo es cerrar el año en ese país, ya que el monoplaza en la Super Fórmula es lo que más se acerca a uno de F1, su meta final.
A bordo de un F1
Fue hace dos años que su nombre le dio la vuelta al mundo cuando el 31 de octubre de 2018 se convirtió en la primera mujer latinoamericana en conducir un Fórmula 1. El lugar de estreno fue el Autódromo Hermanos Rodríguez.
“He tenido la oportunidad de manejar F1 cuatro veces, en México fue mi debut y fue el mejor día de mi carrera. Tantos años soñando con estar arriba de un auto de F1 y todo salió perfecto. El equipo quedó muy sorprendido y lo pude compartir con mi familia. Me sentí lista y preparada para llegar a la máxima categoría. También hubo mucho más respeto, pero yo quiero más, quiero ser piloto titular de F1 en un futuro. Son solo 20 asientos en el mundo, pero vamos por buen camino”.
Su relación con la máxima categoría empezó hace cuatro años con la escudería Sauber —hoy Alfa Romeo—, equipo que considera su segunda familia y que le ha abierto las puertas en un complicado ambiente aún para las mujeres.
“En todo el mundo se está pidiendo esa igualdad de género; las cosas toman tiempo y no podemos olvidar que el automovilismo ha sido predominado por hombres. Hace más de 45 años no hay una mujer corriendo en F1. Estamos en contra de la historia, nos toca ganarnos las oportunidades a pulso. Las primeras veces son más difíciles. Es un deporte que me ha dado mucho”, cuenta.
Que la reconozcan como piloto
Por lo mismo, Tatiana es también parte de la Comisión Women in Motosport de la FIA dedicada a derribar las barreras que tienen las mujeres. A pregunta explícita sobre si Tatiana es primero mujer o primero piloto, ella contesta: “Siempre he querido que primero me reconozcan como piloto y después como mujer. Cuando tienes el casco puesto no sabes que género es el que gana en el automovilismo y en el cronómetro”.
Y añade: “motivación es la palabra clave, una tiene que creer en una misma para callar bocas. No hay límites, esos los pone otra gente. Muchas veces me he enfrentado a gente que no cree que voy a ser lo suficientemente fuerte física o mentalmente, que una mujer no puede llegar a arriesgar tanto. Si me dices que no, yo te voy a demostrar que sí se puede, por eso estoy donde estoy”.
Esa mentalidad es la que distingue a la colombiana desde que su hermana la llevó a los nueve años a una pista de karts donde se enamoró de la velocidad y adrenalina. Desde entonces comenzó a seguir las carreras de la F1 en la época en que Juan Pablo Montoya abría el camino del automovilismo para Colombia y con quien este año tuvo la oportunidad de compartir la experiencia de las 24 horas de Le Mans.
“Las 24 horas de Le Mans son un sueño que todos los pilotos tenemos. Es la primera vez en esta categoría que competíamos en un LMP2 con tres mujeres a bordo, éramos novatas y fuera de eso corrí con mi ídolo de siempre: Juan Pablo Montoya. La oportunidad de competir con él pista y categoría, convivir con él, fueron muy especiales. Arranqué y terminé la carrera en el top 10, ha sido uno de los momentos más bonitos de mi carrera”, relata.
En busca de seguir cumpliendo sueños, Tatiana tiene que seguir un plan más exigente de preparación al ser mujer en esta industria. “En el tema de patrocinios y medios de comunicación tienes más la atención, pero en la parte física como mujer tenemos 30 por ciento menos de masa muscular y eso lo tienes que suplir con más entrenamiento. Luego, los carros están diseñados para hombres, toman en cuenta sus medidas y he tenido que modificar varias cosas y he tenido que irlo descubriendo. No se empieza en igualdad de condiciones. Hay que compensar y eso es desventaja. Aunado al respeto de los competidores e ingenieros, por ser mujer creen que una sabe menos o va a ser menos rápida y no puede competir al más alto nivel. Una tiene que demostrarles una y otra vez”, concluye.