Llegó la hora de la revancha y de la reivindicación. América se mide este miércoles al Real Estelí en el juego de vuelta de la Champions Cup, un partido que las Águilas esperan con ansia para lavar la imagen que dieron la semana pasada en Nicaragua y que les generó una lluvia de críticas.
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Hay en el americanismo unas ganas tremendas de jugar este encuentro, porque se quiere mandar un mensaje claro de que aquello que pasó en Nicaragua fue un accidente y que este plantel mantiene su hambre competitiva y el objetivo está puesto en lograr el título.
América sabe de remontadas en esta competencia, hay que recordar la de 2015, cuando en el juego de ida de la semifinal contra el Herediano de Costa Rica, el equipo que en ese entonces era dirigido por Gustavo Matosas perdió por 3-0, pero en el juego de vuelta en el estadio Azteca, golearon a los ticos por 6-0.
Y aunque este partido se juega en el estadio de la Ciudad de los Deportes y no en el Coloso de Santa Úrsula, en el inmueble de la Colonia Nochebuena el conjunto americanista también ha sabido dar cátedra de remontadas, una de las más recordadas es la que protagonizó frente al Cruz Azul en el Apertura 2016, en la Jornada 8 de dicho torneo, La Máquina vencía por 3-0 a las Águilas de Nacho Ambriz y el partido acabó 3-4 en favor de los azulcrema. Si hay un equipo que sabe darle la vuelta a la adversidad es América.
Al interior del equipo se habló con calma, se asumieron los errores que de cometieron, se reflexionó que ningún partido se gana con el escudo y se entendió que se debe competir a full porque hoy cualquier rival con una cuota de fe y un buen despliegue físico te puede sorprender y darte un buen susto.
La ventaja es que el gol que marcó Julián Quiñones hizo menos grave el daño, porque los azulcrema solo necesitan ganar por un gol para avanzar a la siguiente fase y si algo tiene este equipo son variantes para darle la vuelta a la eliminatoria, en ningún escenario tan pesimista que vislumbra un juego en el que América no obtenga el triunfo.
Este miércoles América sale a mostrar su jerarquía, la misma que no pudo exhibir en Nicaragua; el más ganador de la Concacaf tiene una deuda que saldar consigo mismo.
AVV