Por segundo año consecutivo, el Barcelona quedó eliminado en la fase de grupos de la Liga de Campeones, después de perder este miércoles en el Spotify Camp Nou (0-3) ante el Bayern de Múnich, su bestia negra las últimas temporadas en la máxima competición continental.
De todas formas, la goleada del Inter de Milán ante el Viktoria Pilsen (4-0), dos horas antes, había dejado a los azulgranas sin opciones de mantenerse con vida en esta Champions hasta la última jornada.
Los milagros a veces existen, aunque son muy poco frecuentes. Pero si encima necesitas un doble milagro -que gane a domicilio la cenicienta del grupo y derrotar también tú a uno de los mejores equipos del continente- la cosa se complica aún más.
Y eso que la visita del Bayern al Camp Nou estaba señalada en rojo para el cuadro catalán desde que se conoció el sorteo de la Liga de Campeones.
En las previsiones optimistas del club azulgrana, esta noche, ambos equipos debían jugarse la primera plaza del Grupo C y el Barcelona saldar una deuda pendiente con su afición derrotando al rival que le ha regalado algunas de las noches europeas más negras de su historia reciente.
Era el día para enviar un claro mensaje al mundo del fútbol: el Barça estaba de vuelta. Pero este es un deporte caprichoso y, pese a la inversión realizada este verano, por segundo año consecutivo descenderá a la segunda división europea.
El desenlace, aunque cantado, no deja de ser doloroso para un club que había vuelto a soñar en grande. Y este miércoles no era fácil para Xavi Hernández levantar a un equipo consciente de que, pasara lo que pasara en el campo, ya no podría mantenerse una ronda más en la élite.
La UEFA otorga por cada triunfo logrado en la fase de grupos 2,7 millones de euros, y embolsarse 5,4 millones por dos últimas victorias estériles en la 'Champions' antes descender a la Liga Europa no es un cuestión baladí para un club que no va precisamente sobrado de dinero.
En cualquier caso, lo de este partido ante el Bayern tampoco era una cuestión económica, sino simplemente una cuestión de dignidad. Pero a veces con la dignidad no te alcanza.
Y eso que el Bayern salió al Camp Nou sin Neuer, que sigue recuperándose de una lesión en un hombro, ni Müller, que partió desde el banquillo. Pero no le hizo falta, porque los locales no chutaron en toda la primera mitad y el equipo germano marcó en sus dos primeras llegadas.
A los diez minutos de juego, en la primera contra visitante, Mazraoui habilitaba a Mané, que ganaba la espalda a Bellerín y enviaba sutilmente el balón al fondo de la red sobre la salida Ter Stegen.
Pasada la media hora, llegaba el segundo zarpazo bávaro. Esta vez de Choupo-Moting a pase de Gnabry. Hasta entonces, la escuadra de Julian Nalgesmann, muy agresiva, yendo a buscar arriba a su rival para ahogarle en cada salida, no había dejado maniobrar al equipo catalán.
El Barça, penalizado por sus constantes imprecisiones en la combinación, lo intentaba, pero no podía. Aunque el partido quizá hubiera cambiado cuando en la última jugada de la primera parte De Ligt derribaba a Lewandowski dentro del área.
El central holandés tocaba ligeramente el balón en primer instancia, pero a continuación empujaba al polaco hasta provocar su caída justo cuando encaraba a Ulreich.
El colegiado Anthony Taylor incluso sacaba tarjeta amarilla a De Ligt por su acción, pero después de consultar con el VAR anulaba la pena máxima. Tampoco está teniendo suerte el Barça con los arbitrajes esta temporada, sobre todo en la Champions.
La cosa aún podía haber sido peor cuando a los diez minutos de la reanudación Gnabry controlaba un balón dentro del área y batía a Ter Stegen con un disparo de rosca con la zurda. Sin embargo, el árbitro anulaba el tanto por fuera de juego.
Poco importa ya el buen partido de Balde o de De Jong, o el repertorio de imprecisiones que tuvieron esta noche Dembélé o Koundé. Ni tampoco que la afición culé, que sorprendente sigue teniendo fe ciega en este Barça, estuviera esta noche de diez. El equipo no pudo en la primera parte y no supo en la segunda doblegar al todopoderoso Bayern. Una vez más.
Solo la entrada de Ansu Fati en la media hora final -un acción suya fue todo el peligro azulgrana tras la reanudación- revitalizó un poco al cuadro local, que en el Allianz Arena, pese a la derrota, parecía haber acortado distancias con el conjunto muniqués y este miércoles volvió otra vez a ensanchar esa brecha hasta una distancia casi insalvable.
Por si la noche no fuera suficiente cruel para los azulgranas, el recién ingresado Pavar hacía el tercero en el añadido al rematar a placer tras un saque de esquina cuando ya hacía muchos minutos que el Bayern había aflojado el ritmo.
Al Barcelona le espera de nuevo la Liga Europa. Justo ahora, que parecía estar a punto de ver la luz al final del túnel.
MGC