El Barcelona y el Real Madrid se juegan este miércoles el liderazgo de La Liga en el clásico del fútbol español con la amenaza de movilizaciones convocadas por los independentistas catalanes, que buscan dar visibilidad a sus reivindicaciones.
Desde primera hora de la mañana, los alrededores del estadio azulgrana Camp Nou aparecieron con un importante despliegue policial, que también alcanzaba un hotel cercano donde se concentrarán las plantillas antes del encuentro.
El dispositivo previsto cuenta con más de 3.000 efectivos entre policía y agentes de seguridad privados, reforzando los controles y registros de aficionados y estableciendo un cordón que impida a una eventual manifestación acercarse al estadio.
"Sabemos que vivimos un momento social y político complejo pero estoy convencido que es compatible con que se juegue un partido de fútbol", afirmaba recientemente el presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu, convencido de que "no se volverá a aplazar".
Los dos gigantes del futbol español chocan casi dos meses después de la fecha inicialmente prevista, el 26 de octubre, cuando las protestas y altercados en Barcelona tras la condena a prisión ese mes de nueve dirigentes separatistas por un intento de secesión en 2017 llevaron a su aplazamiento "por circunstancias excepcionales".
MGC