Hace dos semanas, el Estadio 974 fue inaugurado con bombo y platillo dentro de la Copa Árabe. Lejos de las propuestas vanguardistas de las otras siete sedes del Mundial de Qatar 2022, el también conocido Ras Abu Aboud tiene un detalle que lo hace único: es un estadio desmontable y está destinado a desaparecer después de la Copa del Mundo.
Sí, pese a que tuvo una inversión superior a los 200 millones de dólares, el 974 –nombrado así por el número de contenedores marítimos que lo integran– tiene fecha de caducidad. Aunque es el estadio con menor distancia respecto el centro de Doha, su función únicamente se limita a la Copa del Mundo al no existir algún equipo de la Liga local que lo use después. Tendrá siete juegos en total, llegando hasta los cuartos de final.
Los bloques del estadio se destinarán a otros complejos deportivos, así como las gradas y pasto para que no haya ningún desperdicio de todos sus materiales.
La mayoría reducirá su aforo
A diferencia de lo que sucedió en Brasil 2014 o Sudáfrica 2010, donde varios estadios quedaron en el abandono después de su respectiva Copa del Mundo, en Qatar tienen claro que no habrá desperdicios.
Sí, con la certeza plena de que en este país hay afición al futbol, pero no para llenar un estadio de 40 aficionados cada semana, desde un principio se anunció que la mayoría reducirá su capacidad. Mientras el 1974 desaparecerá por completo, la gran mayoría también sufrirá modificaciones en su aforo. Los estadios de Al-Janoub, De Ciudad la Educación, Ahmed Bin Ali, Al-Thumama, incluso el Lisail pasarán a tener solo 20 mil asientos; mientras que el de Al Bayt también se reducirá a la mitad, de sus 60 mil butacas le quedarán solo 30 mil.
Las butacas de todos estos inmuebles se donarán a otros países de la región para mejorar sus instalaciones deportivas.
SFRM