Cruz Azul va paso a paso. No encanta con su juego, el cual desde la llegada de Juan Reynoso se ha distinguido por ser muy práctico y solvente, lejos de ser espectacular, pero cumple y eso es lo más importante.
El primer compromiso en la Liga de Campeones de la Concacaf, más allá de las complejidades que podía representar el Forge FC de la liga canadiense, resultó un buen escenario para ver qué tan amplio o limitado está el plantel celeste en este momento. Y cumplió a secas, con un 1-0 a favor que le permitirá resolver sin mayor contratiempo en el Azteca.
Juan Reynoso le dio juego a varios elementos sin muchos minutos: en la portería estuvo Sebastián Jurado; en la zaga Julio César Domínguez y el refuerzo Luis Abram; por las laterales Alejandro Mayorga y José Joaquín Martínez; en la contención Ignacio Rivero y Erik Lira; como extremos Christian Tabó y Luis Mendoza; y adelante Santiago Giménez y atrás Rómulo Otero.
Y aunque los primeros minutos el dominio fue del conjunto local, que tuvo un disparo muy peligroso por parte de Tristan Borges que apenas salió por arriba, fue La Máquina la que logró inclinar el juego en una jugada a balón parado.
Al minuto 30 Otero cobró un tiro libre lejano, tanto que la pelota botó en el centro del área sin que nadie la tocara; el portero Triston Henry se vio rebasado, en un gran error de colocación. El 1-0 le dio la calma a La Máquina para manejar el juego.
En el segundo tiempo Cruz Azul sobrellevó el resultado; incluso, al 69’, Luis Ángel Mendoza tuvo el segundo gol en sus botines, pero erró. Un trazo largo que nadie cortó su trayectoria llegó hasta los linderos del área, ahí apareció el Quick quien, ante la salida del portero canadiense, bombeó la pelota, pero sin la fuerza necesaria, por lo que el cancerbero la alcanzó a desviar.
En los minutos finales, La Máquina estuvo más cerca del segundo que sufrir el empate. Cumplió con el triunfo y cerrará sin mayor problema esta eliminatoria en el Azteca.
MGC