El Manchester City ya entró en la élite europea, le costó más de mil millones de euros derrumbar la puerta de acceso, pero ya lo hizo. Ahora sí entra en los libros de historia, ya es el cuarto equipo inglés que logra la Orejona. De paso, el 1-0 con el que venció al Inter le dio el añorado triplete: Liga, Copa y Champions. Y sí Pep Guardiola ya sabe lo que es ganar una Champions League lejos del Camp Nou.
El City salió a lo que sabe, a tener la pelota y al juego de posición, pero el Inter no es un equipo que se desespere si no tiene la pelota, además de que hay pasajes en los que intenta un juego aseado, eso sí, cerrando espacios desde el medio campo para tratar de cortar la fluidez de los Citizens, Inzaghi no quería sorpresas y le dio mucho cuidado a proteger alguna jugada vertiginosa.
Para el Inter el juego entro en un buen escenario, porque no sufría daño y bloqueaba el juego inglés. Inzaghi era un manojo de nervios y apuraba todo, Guardiola parecía más sereno, pero aún así daba algunos pasos en su área para que el equipo no entrara en un estado de ansiedad. La misma que se percibía en miles de aficionados que acudieron al evento gracias a los patrocinadores, uno de ellos OPPO, líder mundial en celulares.
El primer aviso lo dio Haaland, una pelota filtrada para el noruego que le pego con izquierda, pero Onana tapó y mantuvo las pulsaciones del Inter intactas al 27’. Parecía animarse el City, pero faltaba certeza en la última decisión. El City sufrió la baja de De Bruyne por un problema muscular a la media hora. Un alivio para el Inter por el peso en ataque que suele tener el belga con los Sky Blues. Su lugar lo tomó Phil Foden, quien apenas le tomó el pulso al juego y debía tener más peso en el complemento.
Se diluyó el primer tiempo con cierto dominio para el City en la posesión del balón, pero sin encontrar esas líneas de pase que suele buscar con frecuencia. El candado interista había funcionado al punto de que limitó a los ingleses a solo dos tiros a gol, muestra de que la final no iba a ser el flan que muchos auguraban para los Citizens.
Para el talento de Gundogan, Silva, Grealish y de Bruyne, el músculo de Brozovic, Calhanoglu y Barella y cuando hacía falta arrimar un hombro ahí estaban Dumfries y Dimarco.
Y en el segundo tiempo el Inter tuvo la más clara, la que había esperado por una hora. Akanji se equivocó en una salida, dejó pasar la pelota y con ella a Lautaro, pero el argentino de llenó de balón y no pudo con Emerson, salvador de las ilusiones Citizens.
El juego entraba en una fase de tensión, Inzaghi mandó a Lukaku por una lesión de Dzeko. El bloque italiano se mantenía bien firme, pero el City encontró el daño por dónde hacer daño, una pelota filtrada para Bernardo acabó en una diagonal del portugués que desvió un defensa, el rebote le quedó a Rodri, quien le pegó con la derecha y dejó parado a Onana. Al 67’, los Sky Blues tomaban ventaja.
Se esperaba la respuesta del Inter, tenía que cambiar el plan de origen, ya no le valía resguardarse y tres minutos después Di Marco dispuso de un doble cabezazo, el primero acabó en el larguero y el segundo en la figura de Lukaku que impidió la felicidad interista.
Inzaghi hizo a su equipo más ofensivo con los ingresos de Gosens y Bellanova. Habría más espacios para el City, que tuvo en Foden la chance del segundo, pero murió en las manos de Onana. El partido creció en intensidad para el cierre, era un matar o morir, ruleta rusa para el Inter y un ejercicio de carácter para el City.
La personalidad del City tenía que aparecer, debía gestionar el cierre, tener la pelota lejos de Ederson. El Inter murió atacando, puso nervios en el cierre cuando Lukaku se perdió una increíble en un cabezazo que prodigioso salvó Ederson.
Lo resistió el Manchester City, que vino a Estambul a encontrar la gloria, le costó miles de millones, pero ha coronado una temporada de ensueño.
ZZM