Marcelo Bielsa es uno de los hombres del momento, el entrenador argentino se ha puesto de moda, el ascenso del Leeds de la mano de Bielsa ha llegado los espacios deportivos en Inglaterra y en muchas partes del mundo se habla de lo conquistado por el argentino, porque es un entrenador que ha dejado huella en muchos sitios y en otros tantos se hablan a raudales anécdotas sobre su persona.
Nadie duda que Marcelo es un tipo especial, es un entrenador con vocación docente, un tipo que siempre ha ido a contracorriente, reflexivo, rebelde, cariñoso con sus jugadores, pero a los que mata a gritos durante los partidos. Una persona que puede ser un témpano y un segundo después es un volcán en plena erupción. Revolucionario, obsesivo, estudioso, maestro. Cualidades que le han llevado a ser conocido como El Loco.
No hay una razón particular para que a Bielsa le hayan dado ese apodo, más bien es un cúmulo de cientos razones, algunas más conocidas que otras. Algunas ligadas al campo y otras fuera de él. El propio Bielsa explicó brevemente, en su paso por el Olympique de Marsella, el motivo por el que le llamarían Loco.
“Algunas respuestas que elijo para resolver algunas cuestiones no coinciden con las que se eligen habitualmente”, respondió Bielsa.
ALGUNAS LOCURAS
Cuando era niño Marcelo se fue a la comisaria detenido por jugar en la calle y estar pateando las puertas de sus vecinos. Su padre, Rafel Bielsa, abogado de profesión, fue por él, pero no salió de ahí hasta que no le regresaran el balón.
De adolescente, se marchó de casa para irse a una pensión con sus compañeros de club, dejó las comodidades de una familia acomodada, para vivir los efectos de los jugadores de primera mano. Y un día cualquiera regresó a su casa.
Cuando Jorge Griffa lo mandó a hacer scouting no le importaba llegar a otros pueblos a altas horas y tocar las puertas para pescar a un nuevo talento, así pasó con Mauricio Pochettino y otros más. Desde esas épocas ya acumulaba registros de estadísticas de sus rivales en archivos y en su cabeza. La obsesión como sello.
En su etapa como entrenador de su amado Newell’s, tras una derrota con San Lorenzo, algunos aficionados fueron a su casa a ‘apretarlo’ como dicen en Argentina. Bielsa no se acojonó, al contrario, salió de casa con una granada para retar a los hinchas que huyeron corriendo. El coraje bien marcado.
Muchos de sus jugadores se sorprenden por algunas rarezas de sus entrenamientos, al inicio las estacas, hoy en día salir a recoger la basura por tres horas para saber lo que invierte el aficionado para comprar un boleto. El trabajo constante.
Aunque las imágenes de sus gestos son de mucha furia y no duda en increpar a cualquier jugador, aunque se trate de una figura, asume que sus futbolistas deben ser profesionales y espera que no se guarden nada, ello lo experimentó Gerardo Martino, pero en privado les dice que él está formando hombres y jugadores. El docente.
Al mando de la selección argentina suprimió las entrevistas personalizadas por una traición a un off de record, en cambio, no abandona la sala hasta que no haya satisfecho las dudas de los medios, sin importar el tamaño del medio. El respeto.
Tras la eliminación de Argentina en el Mundial de 2002, a manos de Suecia, juntó a sus jugadores, ya había analizado el juego repetido y lo desmenuzó. Los jugadores llorando le mostraron su afecto. La sensibilidad.
Cuando estuvo al frente de la selección de Chile dio conferencias para recaudar dinero y poder ayudar para algunas modificaciones en el complejo de Pinto Durán, el sitio de entrenamiento del cuadro chileno. Y en 2010 ayudó de manera activa y mandó mensajes de aliento al país después de un terremoto. La empatía.
Argentina, México, España, Chile, Francia, e Inglaterra, son los países donde Marcelo Biela ha ido sembrando y cosechando. El entrenador argentino no está loco, solo es un tipo muy diferente al resto.
FCM