El Barcelona dejó a un lado su habitual sufrimiento como visitante en las grandes noches europeas de los últimos años para firmar una exhibición, ante el Nápoles (2-4), en el Estadio Diego Armando Maradona, testigo del gran partido que hicieron los azulgranas, clasificados para los octavos de final de la Liga Europa tras el 1-1 de la ida.
Toda la efectividad que le faltó hace una semana en el Camp Nou, la tuvo el Barça al inicio de la primera mitad. Insigne sacaba mal en corto un córner en una jugada ensayada, y el conjunto azulgrana robaba el balón para armar una contra a todo velocidad entre Aubameyang, Adama y Jordi Alba, que batía a Meret a los 8 minutos, en la primera llegada visitante de todo el partido.
Cinco minutos después, un rechace de la zaga local lo recogía Ferran Torres, que cedía de espuela a Frenkie de Jong para que este hiciera el 2-0 con un gran disparo de rosca desde fuera del área. El prólogo del gran partido que haría el neerlandés en Nápoles.
Si el primer gol silenció San Paolo -rebautizado hace poco más de un año con el nombre del astro argentino-, el segundo provocó lo primeros pitos del público napolitano contra su equipo.
Pero el Nápoles se encontró con un regalo inesperado: Ter Stegen medía mal su salida y derribaba en un lateral del área a Osimhen, frenando la carrera del potente punta nigeriano en una jugada que aparentemente no tenía excesivo peligro.
Insigne, de penalti, acortaba distancias para su equipo, pero el Barcelona no acusó el inesperado contratiempo y siguió dominando a placer a la escuadra transalpina.
El equipo de Xavi ejecutaba la presión alta con avidez, ahogando la salida de su rival y aplicándose en la recuperación tras pérdida para combinar entrena líneas con precisión y velocidad y no dar tregua a la portería defendida por Meret.
Entre Ferran Torres y Aubameyang tuvieron media docena de ocasiones para hacer el tercero, pero esta vez les faltó puntería que sus compañeros habían tenido al inicio.
Los italianos, en cambio, solo tuvieron su oportunidad en un disparo desviado de Insigne. Y encima, el Barça recuperaba la diferencia de dos tantos justo antes del descanso, cuando Piqué cruzaba a la cepa del poste un balón rechazado por la defensa local tras un saque de esquina.
Nada cambió tras la reanudación. Si acaso, que el Barcelona ni siquiera necesitó emplearse con la misma intensidad para seguir dominando el duelo con insultante comodidad.
Meret tenía que sacar un centro envenenado de Adama antes de que este habilitase en la siguiente jugada a Aubameyang para que fusilara de primeras al meta del Nápoles e hiciera el 1-4 cuando el partido estaba a punto de llegar a la hora.
Y atrás, Piqué y Araujo se turnaban para frenar a Osimhen, la única amenaza napolitana y que tuvo en sus botas el segundo para su equipo antes de ser sustituido.
De hecho, Spalletti y Xavi hacían tres cambios cada uno dando la eliminatoria por finiquitada cuando faltaba un cuarto de hora para que acabara el choque.
Un desenlace inesperadamente plácido para un Barça que se relajó en la recta final y que dio algo de vida a su rival, que recortó distancias en el 87 al aprovechar Politano una pérdida de Nico dentro del área.
Petagna tuvo la última clara del partido en un disparo rechazado por Ter Stegen, pero solo fue una nueva concesión de la escuadra azulgrana, porque el Barcelona, que ya mereció sentenciar la eliminatoria en la ida, fue muy superior durante todo el encuentro.
MGC