Oliver Kahn es uno de los arqueros históricos de la selección de Alemania, a pesar de que nunca ganó una Mundial. Su carácter fuerte y competitividad fueron algunas de sus características y nunca las perdió.
El arquero forma parte de miles de textos sobre futbol y protagoniza los libros de historia del balompié alemán, pero no todas son buenas anécdotas.
Se dice que un día, Oliver fue invitado a un evento de beneficencia para recaudar fondos. Tenía que atajar penales a unos niños de un orfanato y por cada gol que recibiera, los patrocinadores y organizadores iban a donar dinero a la causa.
Sin embargo, el ex guardameta del Bayern Munich sorprendió a propios y extraños al atajar todos los penales, una actitud que indignó a muchos, pues no hubo donativos.
Kahn fue campeón de Europa en 1996 y subcampeón del mundo en 2002. Como capitán honorario de la selección alemana está en el Salón de la Fama del Fútbol Alemán.
Algunos pueden ver al ex futbolista como un arquero malvando y que no se tocó el corazón, lo que es una realidad es que el sentido de competitividad llevó Oliver Kahn al límite.
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