La Champions League ve la luz al final del túnel, parecía que no la alcanzaría, porque tuvo que posponerse por la pandemia de coronavirus y volvió con un final atípico. En el camino tuvo que mudarse de sede, porque estaba planificado que concluyera en Turquía, no pudo ser y se mudó a Lisboa, la capital portuguesa acoge al París Saint Germain y al Bayern Múnich en busca de la gloria europea. La competición más importante de clubes en el mundo cita a dos proyectos bien diferentes en la pelea por la famosa Orejona.
El conjunto bávaro es un club centenario, que ha asimilado su peso histórico y se ha levantado como un gigante de Europa por sus éxitos deportivos. Es un equipo diseñado para ganar, busca hacerlo desde la planificación deportiva, con la disciplina que caracteriza a los alemanes y una estructura sólida. El equilibrio deportivo y financiero va de la mano con el Bayern. Una institución sería que ha sabido reinventarse una y otra vez sin perder la cordura.
Neymar en el partido ante el Atalanta (Reuters)
El París tiene medio siglo de vida, pero ha sido en los últimos nueve años en los que ha buscado sentarse en la mesa de los grandes clubes de Europa, aunque no lo ha hecho desde el éxito deportivo, sino desde su poder económico.
La cartera de Nasser Al-Khelaifi es la carta de presentación de los parisinos, con más de mil 200 millones de euros gastados, no para ser el mejor equipo de Francia, sino para ganar el reconocimiento europeo, algo que se le ha negado de manera constante, porque al PSG no le debe bastar con estar en la final.
Robert Lewandowski, jugador del Bayern (EFE)
Una final especial
No se puede dejar de lado el gran matiz que tuvo la Champions. El regreso del torneo arrojó muchas sorpresas, desde los cuartos de final fue una edición que se jugó a un solo partido. En campo neutral y con el silencio en las gradas. Fue un formato que midió la capacidad de los equipos para reinventarse.
Ahí mostraron su músculo mental y futbolístico tanto el Bayern como el París. Fueron los mejores equipos pos covid. Sobre todo el cuadro bávaro, que aún se mantiene invicto. Mientras los parisinos sufrieron para vencer al Atalanta, pero ahí apareció el talento por el que ha pagado tantos millones para salvar la eliminatoria.
Neymar, jugador del PSG (Reuters)
El Bayern es una máquina goleadora, fue una apisonadora que arrolló al Barcelona y también le puso el freno al arrebato del Olympique de Lyon. El París ha encontrado la chispa de magia de Neymar, Mbappé y Di María, un tridente que despachó al Leipzig de manera contundente.
Por otro lado, cada uno es el buque insignia de su respectiva liga, dos competiciones que no gozan del reconocimiento que deberían tener, porque la Premier League de Inglaterra y LaLiga de España se proclaman las mejores, pero en esta Champions sui generis, alemanes y franceses les dieron una cachetada.
Robert Lewandowski, jugador del Bayern (EFE)
Bayern y París, dos equipos diseñados para ganar, aunque con conceptos diferentes, cierran la cortina de la Champions 2019-20, la cual será recordada por lo atípica que fue. Todos ganamos al ver la conclusión.