Bonifacio Núñez se retiró del arbitraje profesional en un América-Cruz Azul, celebrado el 24 de marzo de 1996; en su momento, no quiso ahondar sobre esta decisión, pero ahora, a 25 años de distancia, recuerda el error que le valió una suspensión de cinco meses por apaciguar a jugadores.
“Yo pensaba que todavía le podía servir al arbitraje uno o dos años más, pero yo creo que fue el momento justo, siempre he dicho que me fui cuando yo quise, no cuando ellos quisieron. Siempre estaré agradecido con el arbitraje. No le debo nada al arbitraje, ni me debe nada”, cuenta a La Afición.
Su fatídico día llegó en un duelo que el Monterrey ganaba cómodamente 4-1 ante Veracruz, el 25 de abril de 1995; él lo recuerda como clave en lo que sería el inicio de su retiro.
“Perdí el control. Me enojé. Un juez de línea me levantó la bandera para acusar a un jugador que lo había insultado. Me enojé mucho porque era un partido muy bien controlado. Le bajé las manos a Óscar Pantoja y vino un castigo de 5 meses. Todo porque me enojé y perdí el control de mi persona, lo que nunca debe de hacer un árbitro".
“Volví a arbitrar hasta septiembre. Llega la Comisión de Árbitros, José Antonio Garza y Ochoa, y como que yo no era santo de su devoción me empezaban a dar una jornada sí, dos o tres no. Para mayor de mis desgracias soy designado a Cd. Victoria y me hacen una entrevista, me preguntan ‘¿Cuántos años en el arbitraje?’ En ese momento dije ‘¿Cuántos años? ¡A lo mejor son días!’ El secretario en esa época de la Federación era Edgardo Codesal y yo con él, ‘no había migas’ digamos.
“El martes siguiente, en el entrenamiento, un miembro de la Comisión de Árbitros entró hasta el vestidor y me dijo que cómo los periodistas sabían más sobre su tiempo en el arbitraje que la propia Comisión, y que me citaban ese mismo día para hablar. Me tuvieron dos horas ahí por la noche, me cuestionaron las declaraciones. Yo les dije que simplemente parecía que yo no era santo de su devoción, que si querían que me vaya me iba con la mano en la cintura sin problema”.
Pasaban semanas y meses en un juego de designaciones arbitrales. Don Boni recuerda con la voz entrecortada que a él le hubiera gustado despedirse en un clásico regio porque era muy apreciado ahí.
“Me hicieron rumiar, me volvieron a citar, me hicieron esperar, se fueron dando circunstancias para que yo tomara la decisión de irme y ya no quiero decir más, si no hablé en el momento de la situación, ahorita ya no vale la pena. Yo pensaba en una doble jornada que me tocaría el Monterrey ante Tigres para irme, no fue así. Recuerdo que yo empezaba en el Tecnológico a bajar la rampa de los vestidores y desde ahí la gente coreaba mi nombre al unísono, era muy fuerte la emoción. En el Universitario igual, desde que ponía mi pie en el pasto”.
El adiós en el Clásico joven
Llegó el momento en que por fin recibe la designación y al romper el sobre: América vs Cruz Azul: “En este me voy dije, pero no puedo ir a agradecer a los periódicos porque es probable que me quiten el partido, antes no podíamos avisar que partido nos tocaba. La verdad desde aquel partido por el que me castigaron yo me fui preparando psicológicamente para irme. Cuando le aviso a mi familia que me voy, viene un cumulo de emociones y ese día era una romería mi vestidor".
"Los últimos siete minutos de ese partido fueron muy fuertes. Vi el cronómetro y a partir del minuto 38, empecé a pedirle a Dios que por favor no me fuera a dar un calambre o algo por el estilo, que tenía que estar más lúcido que nunca ya que esos últimos minutos se le iban a quedar a la gente. Creo que al final se entregaron buenas cuentas. Ese partido tiene su grato recuerdo, me fui muy agradecido.”
En la cédula que aún conserva Bonifacio registró que el estadio estaba con un aproximado de 90 mil personas. Ellos fueron testigos del reconocimiento que le hizo la Comisión al medio tiempo. Al final fue una despedida a su gusto e incluso un día antes le fue a agradecer a los medios sus críticas, ya que asegura siempre lo hicieron mejorar. “Ya terminando el partido al que fue toda mi familia, regresamos a la casa y fue muy fuerte. Cenamos y brindamos. Fueron dos miembros de la Comisión de Árbitros. Pero lo más difícil fue al otro día, cuando entró mi hijo y me dijo ‘Papá ya no eres árbitro, te estamos esperando a comer’, fue un impacto”.
FCM