Finalmente, el Guadalajara defendió su jerarquía, su historia, sus valores y sus estándares. Lo hizo a raíz de un grupo de mexicanas, que enfundadas en la rojiblanca y dirigidas por otro mexicano, sellaron una temporada histórica en la Liga MX Femenil.
Un partido de trámite puede entenderse como algo sencillo, pero la final de vuelta fue todo lo contrario. Había que transitar 90 minutos sabiéndose campeonas pero mantener la compostura al mismo tiempo, tareas complicadas hasta para las más experimentadas.
Por un momento, Chivas se olvidó del marcador. Adquirió protagonismo. Estuvo cerca de marcar dos veces con Joseline Montoya en los primeros 15 minutos, pero Esthefanny Barreras lo prohibió en ambas ocasiones. Después el trofeo comenzó a transitar por las mentes de las rojiblancas.
Los pases comenzaron a ser imprecisos, el sacrificio estaba ahí pero faltaba algo más. El Guadalajara se sintió campeón sin haber concluido el compromiso. El gol de Lizbeth Ángeles fue un claro llamado de atención, pero el Rebaño no despertaba.
Francia Maria González marcó un penal a favor de las Tuzas y entonces Chivas conoció su realidad. Tan cerca del título y a punto de perder la ventaja con la que habían llegado a casa. La salvadora, una vez más, fue Blanca Félix.
La arquera rojiblanca se tendió sobre su costado para detener el remate de Charlyn Corral. El público, que vio ahogado su grito de gol durante toda la noche, aprovechó el punto de inflexión del partido para estallar. Chivas volvió a acariciar el título, pero ya habían despertado.
Chivas dejó de ofender pero se concentró en conservar el único tanto de ventaja que le quedaba. Los dos primeros tercios del campo le pertenecían al Guadalajara aunque no tuvieran el balón.
Por si su actuación no fuera suficientemente histórica, Blanca Félix volvió a tenderse, esta vez hacia su costado izquierdo, para detener otro remate que hubiera significado el empate global. Esa jugada tenía que llegar, para que cualquiera entendiera que la arquera de Chivas estaba en estado de gracia.
Con el último silbatazo de la noche se consumó el segundo campeonato en la historia de Chivas Femenil. La cerveza bañó las gradas, las lágrimas comenzaron a salir y la algarabía se apoderó del césped del estadio rojiblanco.
Después de un sueño que duró 70 minutos, la realidad se hizo aún más presente en Chivas. Entendió sus tradiciones son vigentes, que no hay pretexto para rehuirle al éxito.
JMH