Humberto Vázquez Muñoz y Jaime González Gazca son dos cruzazulinos que tuvieron el privilegio de darle su voz al estadio Azul. Sí, el escenario deportivo que este sábado fungirá por última ocasión como la casa de La Máquina.
Y es que cada 15 días, ambos cumplían con la casi sacrosanta rutina de ingresar por la puerta número uno del estadio; subían por las escaleras hasta el palco más elevado del inmueble, justo al que se sitúa al centro de la cancha, y ahí tomaban el micrófono para darle vida a este coloso.
"El estadio Azul les da la bienvenida", así arrancaba el día laboral. Alternándose, o a veces los dos presentes, pero uno u otro siempre se encontraba ahí, para dar las indicaciones de protección civil, las alineaciones del partido, los avisos de los patrocinadores, etc., y al final, para despedir a los asistentes. Pues bien, este sábado será la última vez que lo hagan para La Máquina.
Humberto puede presumir que es una de las pocas personas que estuvo en estos 22 años que Cruz Azul jugó en el Azul. Rememora algunos nombres más, pero se da cuenta que son muy pocos los que cumplieron con esta travesía de dos décadas. Y recuerda cómo es que llegó a ser la primera voz de Cruz Azul.
"René Franco es el que me avisa de que Cruz Azul al cambiar de estadio, de pasar del Azteca para acá, necesitaba alguien que fuera la voz, entonces yo me presenté a la audición y me quedé con el puesto. Pero te digo algo, yo lo hubiera hecho gratis, porque es el equipo de mis amores. Yo no sería la voz de ningún otro equipo, porque yo le voy a Cruz Azul y creo, que junto al señor (Guillermo) Álvarez Cuevas, soy de los que ha estado aquí en casi todos los partidos", relata.
Diez años después llegó Jaime, un contador público que se ilusionó con la idea de prestar su voz para el equipo de sus amores. No lo dejó ahí, se preparó, y desde 2006 se convirtió en el compañero de Humberto.
"Yo llegué a Cruz Azul en 1992, soy contador público de profesión, y aunque soy de la Ciudad de México me fui a radicar a Hidalgo, cerca de Jasso (hoy Ciudad Cooperativa). Me metí a trabajar en la parte administrativa del club, pero siempre me interesó la comunicación y me preparé porque mi sueño era ser la voz del estadio, estar en el palco del centro. En agosto de 2006 ya me presento como una de las voces del estadio Azul".
Por eso, ahora que el final del inmueble se acerca, ambos no esconden la melancolía que les provoca. "Lo vamos a extrañar...fíjate que hay una película de Héctor Bonilla, con Julio Alemán y Silvia Pinal, y hacen una toma de este estadio y era pura milpa, estaba desierto, solo eran el estadio y la Plaza de Toros, pero ahora es una zona muy importante de la ciudad. Pero la vida es así, se tienen que aceptar los cambios, tal vez este estadio en otro país ya se hubiera demolido, y hay que aceptarlo y guardar los recuerdos que nos trae", dice Humberto.
Y de inmediato Jaime agrega: "Ha sido una bendición pertenecer a Cruz Azul. Haber estado aquí, en este inmueble que es el más antiguo del futbol mexicano, pues sí da una emoción muy grande. Es una parte histórica del deporte nacional, sí es triste que lo tiren. El estadio Azul se convirtió en la identidad del equipo".
Su labor no fue sencilla en todo este tiempo. En estas dos décadas que Cruz Azul estuvo en este inmueble tuvo más tardes amargas que felices. A ellos les tocó ver esas finales derrochadas y las "cruzazuleadas" de última hora; aun así debieron aprender a no dejar que sus emociones los traicionaran.
"Uno quisiera decirle al árbitro que se equivocó, o al entrenador de que no entendemos sus movimiento. Nosotros estamos justo a la mitad del terreno de juego, en la parte más alta, vemos mejor que nadie el desarrollo del juego. Sí, nos gustaría decir muchas cosas, pero nos aguantamos porque antes que otra cosa somos profesionales, hay que tenerle respeto al micrófono", relata Humberto, quien tampoco esconde su deseo de seguir siendo la voz del equipo ahora en el Azteca, aunque sabe muy bien que hay una leyenda en el Coloso de Santa Úrsula.
"A mí me hubiera gustado hacer la voz en el Azteca durante la Copa Libertadores, pero está la leyenda de don Melquiades, incluso ahora sería un privilegio ir al Azteca como la voz del equipo. El orgullo no me cabe en el pecho por haber estado aquí, ser la voz de Cruz Azul".
Por último, Jaime secunda a su compañero y amigo. Sería un sueño seguir con el equipo ahora en su aventura de regreso en el Azteca, pero eso ya no depende de ellos, pues las negociaciones y la logística de la mudanza aún no concluyen por completo.
"A cualquiera le gustaría estar en el Azteca, me gustaría para mantener la identidad del equipo, pero con mucho gusto nosotros aceptamos lo que decidan, ha sido un privilegio. Conocer tan a fondo a Cruz Azul, como club, como todo, ha sido de las experiencias más lindas que he vivido, estar en este equipo sí es una bendición".
Este sábado, por última vez, le prestarán su voz al Azul para el juego entre La Máquina y Morelia. El último eco de la voz oficial emanará de sus gargantas.