Roberto García sufre de una sed de protagonismo enfermiza.
Quien fuera el nene consentido de la Comisión de Arbitraje por años atentó contra la máxima de los de su tribu: pasa desapercibido y será señal de que cumpliste con un exelente trabajo.
García le robó al América el triunfo en una cancha tan indegesta como la del León.
Lo peor es que lo hizo apoyado en el VAR para hacer aún más ridículo su actuar.
Las tomas de televisión fueron claras. TODAS: hubo penal sobre Roger Martínez. Pero al silbante (en decadencia) le temblaron los labios para pitar con autoridad y hacer valer el reglamento.
Se espantó y quiso recargarse en el VAR para deshacerse de culpas. Solo hizo el oso. Roberto García echó a perder todo.