El día que Enrique Borja le pidió ayuda a Díaz Ordaz

Edición Fin de Semana

Para evitar su traspaso al América, el entonces delantero de los Pumas se entrevistó hasta con el Presidente de la República; al final, llegó a los cremas y fue una figura.

Enrique Borja (La Afición)
Ciudad de México /

Pocos jugadores se han empeñado tanto en defender su voz ante un directivo, como en su momento lo hizo Enrique Borja con la decisión de Andrade Pradillo, ex presidente de Pumas, de venderlo al América. Ese traspaso ha sido recordado a través de los años como uno de los episodios más polémicos del futbol mexicano, el que comenzó una rivalidad y lo encumbró como figura.

Pero ese lapso no fue fácil de digerir para Enrique Borja, quien relató a MILENIO-La Afición los detalles que lo hicieron llegar con el entonces presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, para frenar la operación.

FOTO: Enrique Borja (Fototeca MILENIO)

En el verano de 1969, el ex delantero terminó contrato con el conjunto auriazul, en donde ya brillaba por sus goles. Por supuesto, con esa calidad que ya había demostrado como goleador, esperaba una recompensa también en lo económico, así que pidió un aumento de sueldo, el cual, por cierto, en un inicio fue de 400 pesos al mes.

“El presidente del equipo me dice que los profesores no pueden ganar menos que los jugadores, yo le dije con todo el respeto que me merece, los profesores debían también estar muy bien pagados. Pasa algo curioso, pero más que eso, triste y molesto, salió en un periódico, que el presidente decía que si a mí me daban cinco pesos más, él presentaba su renuncia. Me dio mucho coraje porque no se trataba solo de mí, sino de todos los que tenemos el sueño de jugar futbol y ganar dinero también”.

Borja se presentó de inmediato a una reunión de directivos, entró y le dijo de frente al presidente: “¿Usted dijo esto, usted lo piensa?, me respondió que sí. Y le dije, ‘sabe qué, yo voy a firmar por cinco pesos, pero usted va a presentar su renuncia’. Me pidieron que me saliera de la junta y me fui. Entonces, comenzaron las especulaciones que me venderían”.

FOTO: Enrique Boja y Gustavo Díaz Ordaz (Fototeca MILENIO)

Días después, Andrade Pradillo lo citó en su oficina para decirle que tendría un aumento en su sueldo, “me dijo, ‘no te preocupes, se te dará uno razonable, nada más que te quiere ver Guillermo Cañedo’. A Guillermo lo conocía porque era presidente de la Federación, y sabía que era presidente del América”.

Por supuesto, Enrique Borja aceptó la comida y al final de ésta, Cañedo le muestra el contrato de venta de Pumas al América, ya con la firma del presidente del conjunto universitario.

“No me lo esperaba, menos hablando con el doctor en la mañana. Le respondo a Cañedo, ‘Don Guillermo, para mí es un honor, pero yo no soy un costal de papas’. Hablé con el rector, no pudo arreglar nada, platicando con mis papás me dicen que por qué no iba a ver a Gustavo Díaz Ordaz, quien era el Presidente de México, llevaba buena relación con él porque lo fuimos a ver después del Mundial del 66”.

FOTO: Enrique Borja (Fototeca MILENIO)

En aquella cita con Díaz Ordaz no consiguió lo que buscaba, pero sí algo que no creía se daría y que a la fecha cuenta con orgullo y mucha humildad, la que siempre lo ha caracterizado.

“Me dijo, ‘voy a mandar una iniciativa de ley para que se le dé un porcentaje a los jugadores en el terreno profesional’. Salió esa iniciativa de ley que hasta la fecha no la usan, pero sigue vigente, en que le tocaba un porcentaje a los jugadores en la trasferencias de los equipos. Ahora ya tienen los jugadores un porcentaje de 10 o 15 por ciento, aunque a mí en ese momento no me tocó nada”.

El Presidente de México le recomendó un paso más, que platicara con Emilio Azcárraga Milmo, dueño del América. Ese día quedó marcado para Borja.

“Le conté mi situación y me respondió, ‘no te preocupes, te vas a sentir muy feliz en América, te brindo mi amistad, te queremos mucho, eres un muchacho de selección nacional’. Me dijo cosas muy bonitas, quiero decir que para mí, Emilio Azcárraga, después de mi papá, fue la persona más importante en mi vida y en mi trayectoria. Una cosa que comenzó por un momento difícil se convirtió en una cosa hermosísima”, comenta.

Enrique Borja se siente orgulloso por el cariño que le profesa la afición de Pumas, pese a que no logró campeonatos con ellos, y la de los cremas, algo que parece imposible para la mayoría de ex futbolistas que han vestido las dos playeras.

El goleador de la selección

Y con la selección mexicana, Borja recuerda con mucho cariño el Mundial de Inglaterra 1966, porque fue el primero, y cuando llegó el de 1970, se esperaba fuera la figura, pero no fue así. “Primero yo me había lastimado meses antes del tobillo, faltando como quince días estaba perfectamente, pero veía que ya no jugaba. Un día después del partido contra Rusia, va el técnico Raúl Cárdenas a mi cuarto y me dice, ‘vamos a limar asperezas’, era por cosas extra cancha que ya no está Raúl y no tengo porque decir más”.

FOTO: Enrique Borja en el Mundial de 1970 (Mexsport)

Y agregó: “me dice ‘tú mañana juegas’. Me puse muy contento, le digo a Aarón (Padilla), a Chalo (Fragoso), a Rivas, quienes estaban conmigo, ‘mañana juego’. Al otro día nos junta en el Centro de Capacitación a los jugadores para dar la alineación en donde no estoy, da la lista de suplentes y tampoco estoy. Lógicamente para mí fue un hoque tremendo, porque me había dicho que sí iba a jugar. Para mí fue muy fuerte”.

Pese a todo, Boja aseguró que todo lo que vivió le sirvió para valorar su trayectoria, de la cual destaca muchos episodios, incluido su retiro un 18 de septiembre de 1977, en un duelo ante los Pumas. “Nunca les había anotado, y esa tarde les hice dos”.


  • Minelli Atayde Zarco
  • minelli.atayde@milenio.com
  • Editora general de La Afición. Periodista deportiva con 20 años de experiencia. Conductora de La Afición en Milenio Televisión

LAS MÁS VISTAS