El cambio de franquicias en el futbol mexicano es una práctica común. El tema económico resulta el primer atractivo de todo esto, y muchos casos no han sido lo exitosos que pensaron, serían en una ciudad distinta.
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Atlante dejó la Ciudad de México para instalarse en Cancún, un paraíso en el que se pensó, los turistas verían al equipo como un atractivo más, pero no fue así. Con el tiempo, el equipo comenzó a perder identidad y público. Los resultados no salieron como esperaban y el equipo descendió.
En el 2008, los Reboceros de la Piedad accedieron al máximo circuito con Fidel Kuri como propietario del conjunto. Al final, la franquicia se mudó a Veracruz y el resultado fue la desafiliación por falta de pago a los jugadores.
En el 2013, Querétaro compró la franquicia de Jaguares, pero se mantuvo en su plaza. Los chiapanecos, para quedarse en el máximo circuito se quedaron con la franquicia del San Luis.
Y el último caso fue el de Lobos BUAP, la franquicia fue adquirida por Juárez FC, que desde hace años mantuvo un proyecto fuerte y serio en el Ascenso, pero no lograban llegar a Primera División por la vía deportiva.
Sin embargo, no todos los casos han sido negativos. Tal es el caso de Santos que en 1988 compró al Puebla y llegaron para quedarse. El mismo caso del mismo conjunto camotero, que en 1999 se quedaron con la franquicia de Unión de Curtidores.
ZZM