Salvador Cabañas a 11 años de la tragedia: "¿para qué fui al Bar-Bar?"

Salvador Cabañas, el ídolo futbolista que casi muere en el Bar-Bar el 25 de enero del 2010, niega que viva en la pobreza, aunque le robaron entre 4 y 5 millones de dólares.

Salvador Cabañas es homenajeado por Chiapas (Mexsport)
Ciudad de México /

Se lo dice una y otra vez Salvador Cabañas: “¿Para qué fui?”. La madrugada del lunes 25 de enero del año 2010, el paraguayo Salvador Cabañas fue baleado en el centro nocturno Bar-Bar de la Ciudad de México; fue herido gravemente en la cabeza y salvó la vida, pero no su sólida carrera en el futbol.

El acumulado de éxitos de Salvador hacía notoria su condición de estrella a seguir en la Copa del Mundo de Sudáfrica, a escasos cuatro meses de distancia. Pero después del 25 de enero, el mejor futbolista del continente, no volvió a jugar un partido oficial.

Hoy, a diez años –y meses- de distancia de ese episodio, Salvador regresa a vivir con sus padres, en Itauguá, Paraguay, de donde salió a mediados de los 90 con los bolsillos vacíos en busca de gloria. La pandemia, pendientes legales y hasta la nostalgia lo llevaron de vuelta a casa.

¿Cómo estás Salvador? “Muy bien, ¿y tú?”.

Hacía tiempo habíamos quedamos en platicar, pero él no suele responder su propio celular; Amancio, su cuñado, se encarga de filtrarle los mensajes con precisión quirúrgica; Amancio autoriza con quién habla y luego él mismo te indica a qué otro celular hablarle al ex crack, regularmente al de su madre, doña Basilia.

“Ahorita te lo paso”… es doña Basilia, antes de susurrarle a Salvador que estoy en el teléfono, “¡desde México!”… “Hola. La verdad estoy muy bien; estoy en casa, descansando un rato; no se puede salir mucho, hay que tener cuidado. Vivo en la casa de mis padres, en Itauguá”.

En ese mismo sitio, Itauguá, en julio del 2018, La Afición visitó a sus padres, ambos con fama de buenos panaderos (portada La Afición 22 de julio del 2018)… “Mis papás están muy bien, pero hace tiempo que ya dejaron la panadería”.

Es buen día para platicar con él. Salvador tiene ganas de hablar, de insistir en que no vive en la pobreza ni el olvido, y denunciar que le robaron mucho durante su carrera, especialmente sus cercanos.

“Soy rico en salud y en amistades, porque tengo muchas y en eso sí soy rico. Yo tengo muchas cosas, tengo complejos deportivos que me dan ingresos. Cuando era futbolista invertía mucho. En ese tiempo de futbolista mandé a hacer un centro deportivo muy grande aquí en Paraguay y está generando dinero. Nos vienen ingresos de muchas cosas que estoy recuperando y alquilando”.

Y del capital que dice le robaron: “No solo mi pareja, sino que hay otras personas que… mi representante… Perdí como cuatro millones o cinco millones de dólares”.

Pero pobre no es, tampoco estuvo nunca en quiebra, ni de cerca, como trascendió, en parte porque él mismo así lo quiso hacer ver: “¡Eso es mentira! Lo que pasa es que viene mucha gente a pedirme dinero, a ganar dinero por mí. Venía mucha gente a pedirme dinero, por eso dije eso. Yo prestaba algunas veces y no me pagaban”.

Pero también hubo las buenas amistades: “Tengo muchos amigos, en ese sentido, Nelson Aedo Valdez (Cerro Porteño) y Roque Santa Cruz (Club Olimpia de Paraguay), ellos fueron los que siempre estuvieron conmigo y me apoyaron en todo”; seleccionados de su misma generación, “aparte, tengo un amigo, con él estuve en México y empezamos juntos, que es Paulo da Silva (ex Toluca y Pachuca) Tengo las puertas abiertas a donde voy, eso es lo que me pone contento, poder viajar y que me reciban”.

De sus recuerdos de la noche en la que el JJ lo baleó en el baño del Bar-Bar: “¡Yo me acuerdo de todo, nada más que no lo quiero conversar... -ya lo ha hecho en otras tantas veces-. Mis abogados están todavía en eso; no me han llamado”.

Silencio… y sigue: “Me hizo mucho daño, pero ya lo había perdonado. Lo que me pasó fue difícil, caer en la realidad y empezar de nuevo, otra vez; pero lo más importante es que estoy bien y consciente de lo que pasó”.

La bala que cortó de tajo la carrera de Salvador sigue alojada en el costado izquierdo de su cabeza; desde entonces pasó por meses de rehabilitación en Argentina. Recientemente estuvo en México trabajando: “Estuve como seis meses en Cafetaleros, en México, poco tiempo; no pude estar mucho tiempo, porque había algunas cosas pendientes acá, en Paraguay, problemas judiciales con mi ex pareja (María Lorgia) y mi ex representante (José María González). Todo eso está 90 por ciento arreglado ya. Solucionamos ya varias cosas y estamos es eso. Mis hijos están con su mamá, ellos viven en Asunción. Eso también se está arreglando, la parte de mi ex pareja”

¿Qué cambiarías de aquella noche del domingo 24, madrugada del lunes 25 de enero del 2010?

Yo le dije a mi pareja, en ese tiempo, que quería salir con ella, porque casi no disfrutábamos juntos, quería salir a cenar y después ya disfrutar de la discoteca. ¿Qué cambiaría? ‘No ir’. Ahora mismo pienso: ‘¿para qué fui?’; si no hubiera hecho, estaría todavía jugando futbol.

Charlas motivacionales

Desde el 2010, Salvador ha pasado por un quirófano, sala de recuperación, rehabilitación física, un campo amateur en su natal Itauguá, auxiliar en Cafetaleros de Chiapas y el salón de clases, donde ha dado charlas motivacionales: “Hasta hace poco estuve dándole charlas y pláticas a los muchachos a los colegios, cómo tienen que ser, cómo deben ser para salir adelante, que no cometan errores. Sí estaba cobrando algo, pero ya no. Lo que más me preguntan es: ¿cómo le hace un famoso para salir o para ir a cenar y todo mundo quiere un autógrafo o una foto? Le digo a los jóvenes que hay que tomarse la foto y dar autógrafos, porque se lo debemos a la gente”.



  • Héctor González Villalba

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