Zague y Peña, dos tipos extraordinarios: Enrique Borja

Edición Fin de Semana

El ex delantero se enfrentó al Lobo Solitario y con el Halcón compartió vestuario en selección nacional; recuerda la calidad y el aporte que tuvieron en el futbol mexicano.

José Alves Zague y Gustavo Peña. (La Afición)
Higinio Robles
Ciudad de México /

El pasado 19 de enero, el futbol mexicano vio partir a dos hombres que fueron figuras en el futbol. Uno extranjero y otro nacido en territorio nacional. Ambos dejaron huella en las canchas: José Alves Zague y Gustavo Peña. El Lobo Solitario fue figura en el América, al punto de que es el extranjero con más goles en la historia de las Águilas, un club en el que brilló y dejó un legado. Y el Halcón Peña fue capitán de la selección mexicana en la Copa del Mundo de México 1970, y un defensa al que siempre se le reconoció su carácter.

Enrique Borja, ex delantero de América y de la selección mexicana coincidió con ambos, le tocó enfrentarse al Lobo Solitario cuando defendía la casaca de Pumas y con el Halcón Peña compartió vestuario en la selección en las Copas del Mundo de Inglaterra 1966 y de México 1970.

Borja habla de las dos figuras del futbol mexicano que fallecieron el martes, de entrada, dice que “hay que rezar por ellos, mandarles un fuerte abrazo a sus familias, pero con la confianza de que allá arriba se van a reunir con otros seres queridos y con amigos”.

Delantero temible

Borja, quien jugó con Pumas de 1964 a 1969, enfrentó a Zague en los duelos entre ambos equipos y recuerda que “América era el rival a vencer, sabíamos que tenían en sus filas a un gran goleador como lo era Zague, tuvimos partidos y peleados contra ellos, pero recuerdo que incluso cuando llegue al América nos hicimos amigos, el número 9 que era la camiseta que él portaba, era un extraordinario goleador, muy buen jugador, siendo extranjero tenía una mentalidad de respeto a su profesión y hacia él mismo, y legado que le dejó a México y al América fue su hijo que también fue un extraordinario jugador y goleador del América”.

Borja recuerda que “era un tipo desequilibrante, hacía muchas fintas y engañaba mucho a los defensas, porque lo hacia con rapidez y en profundidad, te hacía esa jugada y tiraba a gol, por eso metía tantos goles y por eso desconcertaba mucho a los rivales. Una de sus virtudes más fuertes es que era un cabeceador letal, bola que iba por arriba la ganaba y sacaba un rayo de su cabeza”, cuenta sobre el atacante brasileño que con 120 goles es el máximo anotador extranjero en la historia de las Águilas.

Férreo defensa

Y con el Halcón Peña, Borja tuvo una relación más estrecha, pues coincidieron en dos Copas del Mundo, la selección nacional los unió y la amistad se hizo muy grande. “Me toca jugar con él y con otros grandes amigos, llegamos a la Copa del Mundo de 1966, ya nos habíamos enfrentado con él en partidos y teníamos mutuo conocimiento, pero cuando llegamos a la selección nos reciben muy bien, fue un gran compañero, un gran amigo. Un defensa central fortísimo, inteligente para jugar, pero sobre todo muy fuerte, se imponía en la marca, era muy temerario, una de sus mejores jugadas que tenía era la barrida”.

Y Borja recuerda uno de los momentos que marcaron el temperamento con el que contaba Peña y que le valió ser el capitán de la selección mexicana en la primera Copa del Mundo organizada en nuestro país.

“Uno de los momentos que deja es el gol que le mete de penal a Bélgica y que nos permitió pasar a la siguiente ronda. Tomó la pelota y cobró el penalti con toda la responsabilidad y no le da miedo, se cargaba el equipo al hombro. Fui su compañero y amigo, nos veíamos seguido, y le reconocía como un gran defensa”, recordó Borja.


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