Hacía años que no se veía que el público se metiera tan fuerte con un torero. En cuanto se asomó Enrique Ponce por el patio de cuadrillas le gritaron de todo, a favor y en contra. En el ambiente había un malestar por el cambio de toros que se dio cuando la autoridad rechazó el encierro de Jaral de Peñas y fue sustituido por uno de Bernaldo de Quiroz.
El descontento fue creciendo conforme salían los toros al ruedo. En las dos corridas anteriores se habló de grandes puyazos. Este domingo, la preocupación de los toreros fue que los picadores no le hicieran daño a los toros, y aun así, salieron débiles y faltos de emotividad. Poco se puede hacer con toros que no transmiten al tendido.
Con la capa y muleta Enrique Ponce dio series de gran templanza y limpieza que se le aplaudieron con fuerza, sobresaliendo sus cambiados de mano por el frente, sin embargo, en cuanto prendía al público, el toro lo apagaba al rodar por la arena. Fue una tarde amarga para el torero de Chiva que tenía casi 16 años sin presentarse en la plaza Nuevo Progreso.
Juan Pablo Sánchez, también mostro la calidad y temple que atesora, con su descastado primero tuvo detalles, sin lograr redondear la faena.
Y con el descompasado quinto estuvo empeñoso sin cuajar la faena, se eternizó con la espada hasta escuchar un aviso.
Tampoco había nada que hacer, con los toros que le correspondieron a Sergio Flores, un torero valiente y poderoso que luce con los toros bravos y emotivos, algo que no hubo esta tarde.
Al final del festejo un gran sector del público se metió con el juez, señal de que no se sienten representados por él.
GPE