El mundo sigue de luto por la trágica muerte de Kobe Bryant. El pentacampeón de la NBA y miembro eterno de los Lakers de Los Ángeles, perdió la vida a los 41 años de edad en un accidente de helicóptero en el que también perecieron su hija Gianna, el piloto y seis pasajeros más.
Muy pocos decesos (ya sean de políticos, activistas, deportistas o artistas) paralizan al mundo como el de Black Mamba, un auténtico guerrero de la duela que tuvo la difícil labor de darle fin a la época dorada de la NBA en la década de los noventa y que también comenzó una nueva era en el siglo XXI.
Pero, ¿por qué su muerte causa más impacto en comparación a otras en el ámbito deportivo? ¿Qué es lo que hace diferente a Bryant y a un puñado de ídolos que alcanzaron un estatus de culto tras sus partidas? La respuesta está en el legado que dejaron, uno que está escrito con letras de oro y que le cautivan a todas las generaciones con sus genialidades.
Un ídolo contemporáneo
Apasionado con el trabajo y con un espíritu nato de competitividad, Kobe ganó todo lo que se propuso: cinco campeonatos de la NBA, dos medallas de oro en Juegos Olímpicos, dos nombramientos como Jugador Más Valioso de las finales, dos títulos de anotador de la NBA, 18 llamados al Juego de las Estrellas y hasta un premio Oscar al mejor cortometraje animado... conquistó todo sin perder piso y con humildad como su carta de presentación.
Sus marcas conseguidas como el cuarto mejor anotador de todos los tiempos (33 mil 643 puntos), líder absoluto de casi todas las marcas de los Lakers y un ícono que defendió sus colores por dos décadas, frente a adversidades y lesiones y que todavía en su último juego se dio el lujo de romper otra marca. Gracias a su habilidad atlética, su olfato encestador y su impecable juego en la duela, Bryant se consolidó como el más reciente ídolo del deporte ráfaga, al punto de que muchos lo consideran un heredero de Michael Jordan y uno de los mejores de la historia.
De leyendas a dioses
A pesar de que en los últimos años el mundo del deporte ha sido afectado por la muerte, muy pocas han tenido el impacto de Bryant, al tratarse de una figura joven que gozaba de buena salud y cuyo final trágico le dio el estatus de ídolo.
Ayrton Senna, tres veces campeón del mundo en Fórmula 1 y considerado por muchos expertos como el piloto más rápido de la historia, también dejó un hueco irremplazable cuando dejó este mundo el 1 de mayo de 1994 a los 34 años de edad.
Al igual que Black Mamba hizo en el baloncesto, el brasileño generó una leyenda a su alrededor y se posicionó como una figura indiscutible en el mundo del automovilismo. Su muerte llegó en el Gran Premio de San Marino, cuando su bólido no pudo tomar la curva y salió de la pista en línea recta a una velocidad aproximada de 305 kilómetros por hora, impactando con un paredón de cemento. Un brazo de la suspensión perforó su casco y dañó de forma fatal su cráneo.
El mundo lloró su temprana partida y su deceso sirvió para que la seguridad de la Fórmula 1 incrementara drásticamente. Su desempeño en las pistas, sus 80 podios y 65 pole positions lo hicieron una leyenda, pero su partida lo elevó a un plano de culto entre seguidores y no tan fanáticos que conocen su trágica historia.
En menor medida, otras figuras brillaron en sus carreras y perdieron la vida antes de tiempo. Rocky Marciano, mítico boxeador estadunidense y el único campeón invicto en pesos pesados con seis defensas de título y foja de 49-0 (43 nocauts), falleció el 31 de agosto de 1969, un día antes de su cumpleaños 46, cuando su avioneta se estrelló cerca de Newton, Iowa, durante un viaje de negocios. Tenía 14 años de retirado.
En tragedias aéreas, es imposible no mencionar la que vivió el Manchester United, uno de los clubes más importantes del mundo. El 6 de febrero de 1958, el avión en el que viajaban los Red Devils se estrelló en Múnich. Murieron 21 personas, incluida la joven promesa Duncan Edwards, pero sobrevivió Bobby Charlton, una de las figuras históricas del club.
SFRM