Un pedacito de papel, dentro de un enorme documento que lleva en su noble cabecera el valor de La Afición, ha sido todos los martes, jueves, y domingos por la tarde, un lugar para vivir.
Escribir para ella se convirtió durante este tiempo, en un ejercicio de comunicación que me ayudó a encontrar un destino. Cada letra de esas cartas que enviaba tres días por semana, habían sido colocadas ahí con la única intención de encontrar lectura. Leer, como escribir, son momentos que todavía conservan esa sensación de intimidad que el deporte ha ido perdiendo en medio de tanto ruido.
Menospreciado, cuestionado y olvidado, el papel periódico mantiene el contacto con una vieja escuela de periodismo que exige a las palabras luchar contra el viento. En una época donde todo se vuelve inmediato, donde todo depende de un click, La Afición protege desde hace casi un siglo, a la lectura y la escritura, como los más auténticos medios de comunicación. Ese compromiso le permite desplegar banderas en la tormenta digital, porque La Afición, mantiene su palabra.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
Columnista La Afición.