Pachuca es una pesadilla para el americanismo. Un club que le causa jornadas de amargura. Los Tuzos vinieron al estadio Azteca para acabar con el invicto de más de un año de los azulcrema. Le propinaron a Fernando Ortiz su primer descalabro en el Coloso de Santa Úrsula, justo cuando este domingo el argentino cumple un año de haber debutado al frente del equipo. Sí, Pachuca vino a la casa americanista para ponerla patas arriba y lo hizo nada menos que con un contundente 0-3. Los hidalguenses fueron una aplanadora.
No hay duda que el futbol es un vaivén de emociones, que todo cambia en instantes fugaces, porque el partido empezó con América teniendo la primera acción de gol al minuto 2; con Óscar Jiménez ganando adeptos al ganar el primer mano a mano unos segundos después, pero a los 10 minutos las Águilas ya estaban contra las cuerdas porque los Tuzos se pusieron por dos goles arriba.
América es un bodrio defensivo, un equipo frágil, ya lo había advertido en Tano Ortiz hace un par de semanas, el problema es que no ha sido capaz de solucionarlo, y cuando viene un equipo con el pedigrí de los Tuzos las falencias se hacen más grandes.
El equipo de Guillermo Almada traía ganas de reivindicarse después de sus últimas dos derrotas y el mejor escenario para hacerlo era el estadio Azteca. Javier Eduardo López castigó a los azulcrema después de una buena jugada por izquierda, Roberto de la Rosa descargó en la Chofis que remató a placer en el área al minuto 3.
América aceptó el guante, no le huyó al intercambio de golpes, quiso jugar y competir, el problema es que abajo el equipo es demasiado endeble, Avilés Hurtado le montó una fiesta a los defensas en el área, con un amague se deshizo de dos jugadores, tocó para Jesús Hernández y éste remató al palo de Jiménez, el portero no fue capaz de contener el tiro. El invicto de América de 22 partidos de un año sin caer en el Azteca, se iba al bote de la basura en apenas diez minutos.
El VAR y Jiménez
Con todo ello, el América fue capaz de reaccionar, el problema es que los dos goles que marcó fueron anulados. Primero uno de Israel Reyes por una falta en el área y el segundo a Diego Valdés por un fuera de juego que generó polémica porque el balón que remató el chileno procedió de Luis Chávez. Sin embargo, el VAR validó la decisión de Adonai Escobedo.
América hizo lo posible por no desmoronarse anímicamente, pero fue imposible no hacerlo cuando a la media hora llegó el tercero de los Tuzos y, de nuevo, fue por fuego amigo. Un tiro de Luis Chávez desde la frontal fue mal atajado por Jiménez, el portero dejó el balón muerto y De la Rosa la empujó.
La grada fue un clamor contra Jiménez, el portero vivió un calvario cada vez que tocaba el balón, incluso el soberano coreó “Malagón, Malagón”, síntoma perfecto de que no hay fe en Óscar, por más que haya salvado el cuarto en el arranque del segundo tiempo.
América fue esfuerzo, pero no eficacia, perdía con toda autoridad porque no era capaz de dirimir el partido en las áreas; endeble en la propia y falto de acierto en la contraria.
Pachuca bajó las pulsaciones, sobrellevó el partido, América no tuvo una reacción enrabieta, le faltó bravura, determinación. Entraron Roger y Aquino, pero eso tampoco alteró el guion. Pachuca era amo y señor del escenario.
No hubo reacción de las Águilas, su ímpetu se enfrió en el minuto 60. Pachuca se dio por bien servido, los Tuzos eran el último equipo que había ganado en este feudo hace un año, de nuevo lo conquistaron con buen futbol y una lección de eficacia.
América necesita medidas urgentes, sobre todo en portería, los errores siguen subiendo al marcador y en defensa están muy lejos de ser fiables. Ahora le viene Tigres y Chivas, y le llegan en un momento en el que la mejor versión está muy lejos de aparecer.
FCM