Chivas lo hizo, prometió gallardía y cumplió, prometió goles y cumplió, prometió goles y cumplió, castigó al América con futbol y ganó el Clásico Nacional sobre el césped y en lo moral, porque mostró más decisión y convencimiento, se llevó del Azteca un 1-3 que lo pone en la final del Clausura contra los Tigres.
De entrada, Veljko Paunovic cumplió con lo que prometió, su equipo fue un equipo que salió por el partido desde que el árbitro pitó el arranque. La fe del Rebaño Sagrado se mostró desde el inicio y también en la alineación de su entrenador.
El equipo valiente que auguró Paunovic el pasado jueves lo sostuvo con su alineación, sorprendió de salida al jugar con una línea de tres, pero ahí fraguó muchas de sus opciones, Veljko pobló el medio campo y le cortó los circuitos a los volantes azulcrema.
No veían la pelota los americanistas que solo miraban pasar camisetas a rayas. América apenas fue capaz de tener un tiro de Zendejas que se fue desviado y una contra que Cabecita se perdió en el control. El plan de Chivas funcionaba, se sentía con seguridad en el Azteca, mientras los jugadores azulcrema no encontraban la pelota y cuando la veían tampoco había un hueco para la línea de pase.
El yerro que nunca falta
Y en ese escenario donde América no ve la luz y la ansiedad empieza a invadirles el cuerpo, apareció el error en defensa, ese que se buscaba evitar a toda costa.
Zendejas perdió la disputa del balón con Alvarado, el Piojo salió desatado, en medio campo se fue de otros dos jugadores que tampoco le pusieron el alto y después filtró un pase preciso, justo a la espalda de Cáceres, el charrúa pareció recuperarse, pero el infortunio apareció, resbaló, y dejó la pelota a merced de Ronaldo Cisneros que la empujó a placer.
Chivas tenía el juego en el escenario ideal, le quedaban 70 minutos para ir a buscar otro gol, ahora el plan era no precipitarse sino ser cauto, porque esperaba un arrebato de América, pero éste nunca llegó, los jugadores azulcremas no estaban enchufados, y no se acercaron al arco de Miguel Jiménez.
El Rebaño derrochaba seguridad. En América se palpaba inquietud, un no saber cómo encontrarle la cuadratura al partido.
La fe rojiblanca
El segundo tiempo era un todo o nada, Veljko regresó a la línea de cuatro, no quería verse en un panorama de tener que ir por dos goles.
América pasó a tener más control de pelota, sufría menos y el resultado se notó de inmediato. Si Fidalgo y Valdés no se habían encontrado en 45 minutos, les bastaron 11 del segundo tiempo para aplacar a Chivas. Un centro del español fue rematado por el chileno, una peinada que puso la pelota al palo más lejano de Jiménez. América recuperaba la moral y también su vida extra.
Sin embargo, una expulsión de Fidalgo le complicó todo el panorama y más cuando Richard se fue por lesión. Cisneros marcó el segundo cuando América no se había asentado, pero el árbitro, Víctor Cáceres, fue al VAR y anuló el tanto de Chivas. Respiró profundo el americanismo al que le quedaban 20 minutos de sufrimiento.
Y en una acción pesimamente defendida, Mozo marcó el segundo, al lateral lo dejaron solo en el cobro de un tiro libre y sacó un derechazo cruzado que venció a Malagón.
El Tano apostó a la defensa total, mandó a Lara y Reyes para terminar defendiendo hasta con seis jugadores. El cierre fue una ruleta rusa, y la baña ganadora fue para Chivas. Un centro desde la derecha fue rematado por el Chiquete Orozco que la cabeceó y venció a Malagón, justo premio para el Rebaño Sagrado que se convierte en finalista dignísimo. América suma un fracaso que debe tener consecuencias.