Rafael Jaramillo, alpinista mexicano invidente, habla que tras conquistar la cima del Everest, ya hay dos nuevos retos en puerta, Australia y la Antártida.
Pero no dejó de referir lo complicado que fue el alcanzar la cima más alta del mundo, a los 7 mil 500 metros de altura, donde su compañero sufrió un edema pulmonar y tuvo que regresar a Katmandú. Ahí tomó la decisión de proseguir con un par de Sherpas que lo acompañaron hasta la cumbre.
En un inicio, la comunicación fue complacada por el idioma, pero la disciplina y el conocimiento de lo que estaban haciendo los sacaron adelante.
Uno de los pasajes más cruentos de la travesía fue el encontrar cuerpos de otros alpinistas que no resistieron y que por su filosofía de vida, decidió afrontar el riesgo y completar la cima.
EGO